¿Big Data en la Administración Pública?

Por Carlos Luis Sánchez Bocanegra. Departamento de Informática. Delegación Territorial de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de Málaga.

Luis Pérez Costa. Asesor técnico. Secretaria General Provincial de Hacienda y Administración Pública. Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en Jaén.

Carmen García Moreno. Auxiliar de Gestión. Delegación Territorial de Fomento y Vivienda de Jaén.

En los últimos años hemos ido viendo un constante goteo de avances tecnológicos que nos han ido afectando tanto personalmente como dentro de nuestro entorno de trabajo. Muchos aparecen como una simple moda pasajera, otros como algo novedoso y atractivo, la gran mayoría simplemente pasan desapercibidos, sin que reparemos si pueden o no afectarnos en nuestro día a día. De entre todos estos avances me gustaría enfocar este artículo en el ‘Big Data’ y su implantación en o su relación con la Administración Pública. Previamente intentaremos arrojar luz sobre este concepto que a muchos les puede parecer lejano y vago.

‘Big Data’ viene acuñado por el término inglés Big (gran o grande) y Data (Información), la traducción literal sería ¿Gran Información?. La verdad es que no existe un equivalente en español para este anglicismo, pero desde luego si hay maneras de expresarlo de forma que podamos captar lo que representa. ‘Big Data’ representa a toda la información tal cual, a la que forma parte del universo que nos rodea.

Antes de dar una definición formal de ‘Big Data’, sería interesante detenernos en otros conceptos relacionados que ayudarán a entender mejor este término.

La información y el dato

El dato representa una cantidad o cualidad (una cifra, número, letras, palabras), mientras que la información contextualiza ese dato y le otorga un sentido. Así pues, un dato, a diferencia de la información no nos aporta ningún criterio de juicio. Por ejemplo, si disponemos del dato numérico 75, por sí solo no nos dice nada. Ahora bien, para un médico, a través de un adecuado procesamiento, en un determinado contexto y correctamente clasificado, este valor bien podría ser la pulsaciones de un paciente tomada en un determinado momento.

“Big Data”

Conceptualmente ‘Big Data’ hace mención a una gran cantidad de datos que no pueden ser procesados y administrados por los sistemas habituales. Si bien es una definición muy técnica, es simple de trasladar a la generalidad del público. ‘Big Data’ propone un cambio de paradigma, en donde se hace posible extraer información que no es evidente ni a simple vista ni con la información estructurada.

En Internet podemos encontramos con entornos en los que la información está estructurada, es decir, se pueden gestionar los datos de manera controlada con información que se encuentra correctamente organizada y manejada, pero por otro lado también nos podemos encontrar con información que no está estructurada, es decir, con datos que su gestión es más limitada.

Por poner un ejemplo, la bases de datos de personal de la administración de la Junta de Andalucía es una información estructurada, porque se puede acceder y consultarla en cualquier momento en que se necesite y con un propósito determinado en el ámbito de la comunidad autonómica, pero los datos de acceso a perfiles de usuarios en Instagram© o Facebook©, entre otras, puede ser un ejemplo de dato no estructurado.

Se tiende a pensar que necesariamente debe existir un volumen de datos enorme para que haya ‘Big Data’, realmente no tiene por que ser así. La clave del ‘Big Data’ se basa en mezclar de manera inteligente datos estructurados con los no estructurados. Evidentemente con las herramientas tradicionales, trabajar con el ‘Big Data’ no resulta eficiente, requerimos de medios más avanzados que nos permitan saber cómo unir ambas informaciones y en este punto es donde la Inteligencia Artificial toma protagonismo.

Podemos afirmar que el ‘Big data’ se sustenta en las “4 Vs”: “Volumen, Variedad, Velocidad y Veracidad”.

  1. Volumen: gran cantidad de datos provenientes de diferentes fuentes de información.

  2. Variedad: Los tipos de datos utilizados tienen distintos formatos. Algunos son estructurados, otros no estructurados y otros semiestructurados.

  3. Velocidad: Análisis en tiempo real de los datos y con respuesta inmediata.

  4. Veracidad: Debe de trabajar con datos confiables, actualizados y reales.

El análisis del ‘Big Data’ abre una nueva era para la mejora en la prestación de servicios y solución de problemas en cualquier ámbito. La gran mayoría de los expertos reconoce que el análisis del ‘Big Data’ puede ofrecer nuevas posibilidades en la elaboración de modelos predictivos, patrones de comportamiento, el descubrimiento de nuevas necesidades, la reducción de riesgos, así como la provisión de servicios más personalizados.

Además ofrece una gran oportunidad ya que supone un reto a la innovación, debido a que los datos de que se disponen están en su gran mayoría en bases de datos no estructuradas. Cuenta además con una serie de técnicas que permiten vislumbrar la información que está oculta en estas bases de datos. Entre ellas el uso de sistemas que permiten filtrar, extraer datos que nos den información relativa al contexto, un paciente de Diabetes puede llegar a la información que le interese.

Una de las formas en que podamos relacionar el ‘Big Data’ con la Administración Pública la encontramos en los datos abiertos.

Los datos abiertos

Los datos abiertos son aquellos datos que pueden ser utilizados y distribuidos por cualquier persona de forma libre. Cuando se habla de datos abiertos, se está haciendo mención a datos que gozan de las siguientes características:

  • Disponibilidad: la información es accesible.

  • Reutilización: la información se puede gestionar y distribuir, incluso incluirlo con otros conjuntos de datos.

  • Transferencia de conocimiento (sharismo): Filosofía propuesta por Isaac Mao, que propone el intercambio de contenido e ideas generados por el usuario.

  • Participación universal: La información debe promover la comunicación sin discriminación alguna en términos de esfuerzo, personas o grupos.

Los datos abiertos tienen un objetivo primordial: la interoperabilidad, que es la habilidad de diversos sistemas y organizaciones para trabajar juntos entre sí compartiendo información. La interoperabilidad permite vincular datos de diferentes fuentes, aspecto esencial en el uso de datos abiertos. La combinación de datos abiertos de diferentes fuentes, es la que nos facilita ofrecer mejores productos y servicios.

La Administración Pública y el “Big Data”

Llegados a este punto, creo que podemos ver cómo puede relacionarse la Administración Pública con el ‘Big Data’. Como hemos dicho existen datos que pueden ser consultados por cualquiera que lo desee, estos datos abiertos de la administración pueden pasar a formar parte del ‘Big Data’. Al mismo tiempo la Administración puede nutrirse de este ‘Big Data’ a través de otros agentes que vuelcan sus datos.

Debemos pensar en qué nos puede afectar como empleados públicos y como ciudadanos. En realidad la Administración Pública ya está usando el Big Data, y no es reciente, como muestra la información publicada en elmundo.es, en la que nos presenta cómo Hacienda puede llegar a cruzar los datos con las redes sociales. Para ello estaría usando un programa que serviría de ‘espía’ para filtrar la información de los contribuyentes. En otros países existe lo que se conoce como ‘Dark data’ información ajena a las administraciones públicas almacenada pero no procesada por cuestiones legales.

Esto nos hace pensar en muchos aspectos en cuanto a la explotación de la información extraída: la ética y la moral, la privacidad, la protección de datos, entre otros. Estas herramientas pueden ser un gran potencial en muchos escenarios pero un mal uso de las mismas también nos puede llevar al efecto contrario.

La utilización del ‘Big Data’ es algo que no podemos evitar, de nada sirve pensar en que estamos en un escenario en el cual no queremos participar: ya somos parte de ello. Es inevitable tener amigos, familiares que ya comparten información en la que estamos involucrados. En este sentido se hace muy recomendable la revisión el documentalViviendo el Big Data”. En el mismo se nos hace reflexionar acerca de las consecuencias de no utilizarlo de manera adecuada, con afirmaciones tales como: “En la época de las redes sociales, todos son jueces… y verdugos” (Netflix).

La revolución tecnológica en la que vivimos nos arrastra sin demora a un cambio continuo, en el que estamos sensibilizados con lo que ocurre a nuestro alrededor. Posiblemente, por intereses del mercado, vemos como nos invitan a tener “el último chisme tecnológico” o nos hacen sentir desfasados por no estar en la cresta de la ola al no conocer la última app que ha salido. En el extremo opuesto, existen personas que se sienten excluidas y esto crea una brecha digital; un rechazo evidente causado por la infoxicación (información excesiva que nos devora). Estos polos antagónicos nos hacen meditar en cómo estamos gestionando el uso de toda esta información.

La necesidad de una alfabetización digital en los empleados públicos y en los ciudadanos se convierte en pieza clave al tratar de afrontar este cambio. Se requieren recursos humanos multidisciplinares que contribuyan a dibujar la senda que el usuario espera encontrar y sobre todo debemos promover mecanismos que permitan filtrar, bien sea de forma automática o por autoaprendizaje.

Este reto es enteramente humano, la tecnología ya está disponible, -tal vez haya que mejorarla-, pero la clave es promover que los usuarios partícipes lleguen a distinguir claramente qué información es la que quiere procesar y es útil para su entorno y cuál no. Esto requiere de una gran responsabilidad, porque plantea muchas más dudas que soluciones.

Aunque el factor humano es el más importante no podemos descartar otros que hay que mencionar. En la siguiente figura se representan los retos de la alfabetización digital del empleado público, entre los cuales destacan, que el costo sea accesible, que cumpla con la normativa y los estándares, mantenga privacidad y seguridad de los datos, sea responsable y cumpla la progresiva adaptación tecnológica.

Las administraciones públicas haciendo uso del ‘Big Data’, al disponer de información en tiempo real, puede conocer mejor las necesidades de los ciudadanos y predecir lo que en un futuro se necesitará así podrán, por consiguiente, establecer políticas a corto, medio y largo plazo lo que redundará en una gestión presupuestaria mucho más coherente.

Aunque la alfabetización digital es uno de los factores más importantes, no podemos excluir otros elementos (recursos, investigación, innovación, emprendimiento, etc) que hay que considerar para llevar a una línea aprovechable el ‘Big Data’ con la Administración Pública.

Para ellos debemos formar una Estrategia Tecnológica Continua en el ámbito de la Administración Pública en la que se involucren todos los expertos -no sólo tecnólogos- para trazar una hoja de ruta, un plan Director Tecnológico en el marco de la Administración. Podemos ver alguna visión en otros países en la presentación “Aministrategy: Public Management 2.0” de Maciej Kisilowski (nombre que no me atrevo a pronunciar).

Algunos ejemplos donde el ‘Big Data’ puede aportar calidad a los servicios de la administración pueden ser la salud, la industria, el turismo, el sector financiero, ofreciendo productos de un nivel de competitividad para las empresas, descubriendo necesidades ocultas en los administrados, obteniendo nuevos niveles de innovación, mejorando en las tomas de decisiones y recomendaciones, generando servicios más personalizados, mejorando la accesibilidad y la automatización de procedimientos complejos, entre otros.

Por tanto, el éxito radicará en la motivación y participación proactiva que haremos todos en la innovación tecnológica, para contribuir en el desarrollo de una Administración Pública Electrónica. Siempre me llegan las palabras de Alan Kay “La mejor forma de predecir el futuro es inventándolo”.

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