HE BAJADO A LA CALLE

Por Isabel Pavón Vergara. Telefonista

Delegación del Gobierno. Málaga

 No  bastan los saludos internautas, ni los abrazos ni los besos virtuales. Es necesario bajar a la calle, ver a gente que sin hablar se entienda, que confirme que aún hay vida ahí fuera.

Sin esperar el ascensor he bajado a toda prisa a la calle, sólo por ver gente transcurrir, nada más que por sentir que aún hay vida ahí fuera. La casa ahoga cuando se está sola como la una, cuando falta ese dos o ese tres que te acompañe.

Sí. No he querido esperar a que subiera el ascensor a recogerme y corriendo he bajado la escalera. Tengo las piernas y los brazos entumecidos ante la esperanza que no llega. Lo cotidiano se ha soltado, flota lento como globo por lugar desconocido. Será difícil volver a alcanzar el hilo.

Peldaño a peldaño he bajado a la calle, disfrutando el paso. Las ventanas han dejado de ofrecerme el paisaje suficiente, y el trozo de cielo que observo no me cubre por completo. Ojalá regresemos pronto a lo de antes, ojalá el después no llegue. 

He bajado a la calle para demostrarme que estoy viva. Necesito ver cómo despierta la incipiente primavera en los jardines, cómo los árboles brotan yemas, cómo las plantas se cuajan de diminutos capullos que no atienden a las restricciones.

Con desesperación he salido a la calle sin aguardar a que el ascensor me transportase. He visto gente a medias, sin nariz, sin boca, documentada a medias. Medias caras, saludos con medias palabras. He visto ojos que han enlutecido, otros que a duras penas se renuevan. Hay gente que va sola, como yo, con su medio trajín, su media alegría y su media pena. Van, vamos, como si nada nos perteneciera. Necesito oír risas a carcajadas.

Me he asomado a la calle para buscar gente que ha perdido la mitad de lo que era, como yo, que también ha salido a la calle medio ahogada y necesita huir de esta bruma que habita en las cabezas, que necesita cruzar de ambiente como quien cruza de acera, como quien va tras deseos insaciables. Vamos todos preguntando dónde están los  hermanos de la madre Tierra. 

He bajado a la calle con urgencia. Adónde ir no me importa. Voy a averiguar el brillo de una luz que me haga resplandecer ante cualquier sombra. No me bastan los saludos internautas, ni los abrazos y besos virtuales. Necesito ver a alguien que confirme que aún hay vida ahí fuera. Gente que, aunque sin hablar, se entienda.

 


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