Por Gabriel Delgado Quesada. Departamento de Explotación. Delegación Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de Granada.
Junto con la Revista, estrenamos la tribuna de reflexiones en voz alta que es un editorial. Sin ánimo de molestar, sino de hacer pensar, de remover conciencias y de fomentar la proactividad, la creatividad y el espíritu emprendedor
Espero no molestar a nadie, es tan sólo una reflexión en voz alta. Todos nos veremos reflejados en medida alguna. Espero no levantar ampollas. ¿Quién no está cansado del político corrupto y más leal a su partido que al ciudadano? ¿Quién no esta harto del funcionario vago e ineficiente? ¿Qué decir del ciudadano que exige mucho a la hora de recibir y es el rey de la picaresca a la hora de contribuir y con derecho a todos los servicios de forma “gratuita”?
Creo que es un fiel reflejo de la sociedad actual, son sentimientos arraigados en lo más profundo de nuestro ser, siempre vemos desde nuestro punto de vista. Todos sabemos cómo va esto, la vida es del color del prisma con el que lo miremos.
Comencemos el linchamiento a los culpables. Empecemos por los más odiados y fáciles de atizar, los políticos. Creo que todos tenemos claro que son necesarios en nuestra sociedad, podremos discutir si de una manera o de otra, si en mayor o menor número, en esta o aquella condición. Pero está claro que son necesarios. Muchas veces se deben a sus partidos y deben conjugar tantos intereses que se ven abocados a realizar proyectos que ni ellos mismos están de acuerdo. Pero, ¿cómo lo hacen?. Crear proyectos y atender tantos intereses significa que, al final, desarrollan un monstruo. Hagamos un ejercicio, intentad diseñar una casa para vuestra propia familia, dejad que opinen todos, cada individuo querría su baño, su entrada, ventanales, jardín, … intentadlo. Saldría una casa que, además de ser inhabitable, su coste sería vergonzoso. Pues, seguramente, a ellos les esté pasando lo mismo, tienen que atenerse a un presupuesto, atender a los diferentes intereses de los ciudadanos que muchas veces se solapan, y, por supuesto, a su partido. No olvidemos que es quien los pone y los quita. Y, ojo, ellos no son culpables del sistema, el sistema lo hemos hecho entre todos.
Aticemos al segundo palo, ese funcionario vago e ineficiente. Si trabajara en la privada haría mil veces más o estaría en la calle al día siguiente. Chascarrillos bien arraigados, pero, ¿quién no los ha usado nunca? Entiendo que un funcionario tendría que tener vocación de servicio publico, al igual que cualquier cooperante de una ONG, pero, ¿puede hacerlo?. Quizás esas políticas le han sido impuestas, y, además de cumplirlas, debe hacerlas cumplir. Esa burocracia que tanto nos cansa a todos. No olvidemos que él vive dentro de ella. Esas formas de promoción en su puesto de trabajo. La falta de motivación, recompensa, iniciativa, y mil aspectos más que con el paso del tiempo pueden acabar con cualquier persona y con toda su buena voluntad. Muy probablemente, sea un prisionero más del sistema. Es fácil decirle: “renuncia a tu puesto y vete al sector privado si no estas a gusto, pero aquí te pagan por trabajar”. Igual que decir: “pues si quieres trabajar como él, sácate unas oposiciones y no te quejes”. Pero, mi intención no es dar palos o sembrar discordia. Así que seguiré con mi último actor, ese ciudadano modélico.
Aquí seguro que estamos todos, todos lo somos. Si podemos “defraudar” lo hacemos y orgullosos que nos sentimos. Queremos todos los servicios públicos, gratuitos y al momento. Pero, eso sí, que lo paguen otros. No conozco a nadie que me diga que paga poco, todo el mundo paga mucho. Si puedo pagar en negro, mejor. Ahorrarme un impuesto, aleluya. Seamos honestos, pasamos por un mostrador y vemos folletos y cogemos a puñados, ni los miramos y los tiramos, da igual son gratis. Folletos que cuesten 1 céntimo, ya no cojo, aunque me pueda interesar. Reconozcamoslo, lo gratis, es irresistible. ¿No, nos pasa un poco eso con los servicios públicos? Como son gratis, invita la casa. Te recuerdo que de gratis nada, los pagamos entre todos.
Esto es una reflexión sobre esa cultura que tenemos y está claro que habrá políticos corruptos, funcionarios vagos y ciudadanos que defraudan y abusan, pero me gustaría pensar que la mayoría no son así. Pero esta forma de pensar está extendida. Quizás deberíamos poco a poco cambiar esta idiosincrasia para mejorar esta sociedad, que no olvidemos, la construimos entre todos. Habrá mil cosas que mejorar, con sus mil soluciones posibles, pero creo que el primer paso es concienciarnos a todos de ello. Por eso, estoy en este proyecto, me parece que la comunicación es la única forma posible de cambiar todo esto. Informemos, conozcamos, compartamos, colaboremos para así poder ir creciendo. Este me pareció un buen sitio, lo veo como una ventana en la que poder asomarnos para ir construyendo algo mejor. No hay que destruir, ni vengar, ni recriminar. Veamos lo que está mal e intentemos arreglarlo. Ya está bien de culpar al político, al funcionario y al ciudadano vecino, en realidad hay un poquito de nosotros en todos ellos. Y yo me pregunto, ¿qué pasaría si todos cambiásemos nuestra forma de pensar y en vez de buscar culpables empezamos a construir juntos?