Las palabras “privacidad y nuevas tecnologías” nos hacen pensar en la información que revelamos en las redes sociales y los datos que Google tiene sobre nosotros.
Pero hay otras cosas de las que no se habla tanto.
Por Enrique Rando González. Departamento Informática. Delegación Territorial de Conocimiento y Empleo de Málaga
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Bluetooth y privacidad
Cada vez se ven más auriculares con tecnología Bluetooth. ¿Quién podría resistirse a ir por la vida sin cables? Y, por supuesto, los fabricantes se encargan de que puedan ser usados con sus smartphone o sus televisores más modernos.
Pero si quieres que un producto tenga éxito tienes que hacerlo fácil de usar. Por eso no es raro que estas televisiones tengan siempre encendido el módulo Bluetooth y no haya forma de apagarlo. O que se muestren siempre visibles a los dispositivos que quieran conectarse a ellas.
Si no ves cómo puede afectar esto a tu privacidad, te lo explico con un ejemplo. Imagina que voy por la calle. Me acerco a la puerta de tu vivienda, tomo mi teléfono móvil y activo Bluetooth. Inmediatamente se pone a buscar dispositivos y me va diciendo qué va encontrando. Y me muestra esto:
Con un vistazo no sólo sabría que tienes la tele encendida, sino también su marca, modelo y tamaño en pulgadas.
Con los teléfonos pasa lo mismo. Les conectamos tantas cosas, desde auriculares a automóviles, que empieza a ser normal que tengan las comunicaciones Bluetooth siempre abiertas y que vayan gritando su nombre a los cuatro vientos. Un nombre que, por defecto, suele ser su marca y modelo.
Y eso a veces dice mucho de ti. Si encuentro un Nokia 7230, un terminal “a la antigua usanza”, sin Android, con una pantalla pequeña y unos cuantos megas de memoria… ¿Qué podría deducir? Desde luego, alguien que no es precisamente un milenial debe andar cerca. ¿Y si me aparece el último y más flamante modelo de iPhone?
Además, como la señal Bluetooth no es demasiado fuerte, si llevas encima tu móvil en casa, el vecino de arriba o la vecina de abajo podrían saber con una precisión aceptable en qué habitación estás. ¿Que encuentra más de una señal? Sabrá que tienes compañía y no será difícil comprobar si es la habitual. ¿Que no encuentra nada? Posiblemente hayas salido.
¿Para qué seguir? Con los tiempos que corren se encuentra de todo al buscar dispositivos Bluetooth: equipamiento médico, barras de sonido, ordenadores, relojes… Cuéntame qué encontraré cerca de tu casa y te podré decir cómo eres y cómo vives. Y, a veces, con quién.
Ponerle tu nombre al teléfono puede ser una mala idea
Una de las preguntas que te hizo tu smartphone la primera vez que lo encendiste fue el nombre que querías ponerle. Probablemente te quedaras con el que te proponía, quizá basado en su marca y modelo, pero hay quien prefiere algo más… “personal”.
Lo cual me trae a la memoria un caso que me sucedió hace algún tiempo. Estaba haciendo unas pruebas de diagnóstico con el programa BluetoothView (el enlace se abre en pestaña nueva), una herramienta para ordenadores que permite detectar dispositivos Bluetooth, cuando me apareció lo siguiente
Sabrá esta “Isabel”, cuyo nombre he cambiado y cuyo apellido censuro para proteger su intimidad, los riesgos que está corriendo? ¿Será consciente de que un perfecto desconocido podría acercársele y llamarla por su nombre o usar su señal Bluetooth como guía para seguirla de cerca? ¿De que unos grandes almacenes podrían tener sensores Bluetooth que supieran en cada momento en qué departamento se encuentra? ¿De que su nombre puede ser el primer paso para obtener más información sobre ella?
Las tiendas online te conocen bien
Por si es necesario decirlo más claro: no pongas tu nombre a tu teléfono. De nombre y apellidos, ni hablar. Ni tampoco el identificador que usas en tus redes sociales.
Si lo haces, alguien puede utilizar esa pista para, tirando del hilo, llegar a más. A veces basta una sencilla búsqueda en Google para encontrar perfiles Facebook, Instagram y Pinterest. Cientos de fotos, dónde vives, el nombre de la empresa para la que trabajas y en qué localidad lo haces, tus principales aficiones, tu lista de “amigos” (o conocidos, que en estas webs la amistad la venden barata)… ¡Lo habitual!
De las redes sociales todo el mundo habla pero… ¿y las tiendas online?
Tomemos como ejemplo a una de las más importantes: Amazon. ¿La usas a menudo? ¿sueles escribir opiniones sobre los productos que compras? Pues… cuidado con lo que escribes, porque podrías estar revelando qué usas, a quién has regalado qué, qué smartphone tienes, qué música sueles oír, qué tipo de ropa te pones,… Revelándolo no a Amazon, que ya lo sabrá, sino al mundo entero.
Baste como ejemplo estas reseñas de productos para ver qué tipos de datos se llega a dar:
¿Y las páginas de opiniones sobre películas? ¿Y las de viajes, restaurantes y hoteles? ¿Qué cuentas en ellas?
Conclusiones
¿Qué más se puede decir? Parece que irradiamos datos por el mero hecho de existir. Lo hacemos de mil formas distintas y en mil entornos diferentes y, sin embargo, solemos prestar atención solo a algunos de ellos.
Este artículo usa como ejemplos (y sólo son eso: dos ejemplos) la tecnología Bluetooth y los sitios en que se escriben historias, reseñas y opiniones. En ambos casos se revela mucha, muchísima, información. Información a partir de la cual se pueden obtener otros datos. Información sobre nosotros. Sobre nuestras vidas y las de nuestros familiares. Sobre nuestros hábitos y nuestros gustos. Sobre nuestros principios y nuestras ideas.
Sobre lo que somos y sobre lo que querríamos ser.
Puedes encontrar más artículos sobre Seguridad en el monográfico de nuestro número 3. Y un montón de cosas más en cada uno de nuestros números.