Por Lorena Espadero Márquez y Lola García Pérez
Enfermeras del Trabajo,
Centro de Prevención de Riesgos Laborales en Sevilla.
¿Es el movimiento antivacunas algo nuevo?
INTRODUCCIÓN
La pandemia por la COVID 19 ha introducido diferentes cambios sociales. Se ha modificado nuestra forma de relacionarnos, de comunicarnos e incluso la apariencia con la que nos mostramos. Puede que algunos de estos cambios permanezcan durante algún tiempo, pero lo más probable es que poco a poco volvamos a nuestras antiguas costumbres. Entre estos cambios, podemos preguntarnos si se ha modificado la confianza en las innovaciones sanitarias, específicamente en las vacunas, uno de los mayores logros de la salud pública y que ha evitado millones de muertes desde su aparición.
Existe actualmente una corriente de personas que se declaran abiertamente antivacunas. En este artículo vamos a hacer un breve repaso por la historia del movimiento antivacunas. Ya os anticipamos que este movimiento no es nuevo, aunque la facilidad que hay actualmente para transmitir y compartir información le dan un cariz distinto al que ha tenido en otras épocas.
LOS MOVIMIENTOS ANTIVACUNAS. ORIGEN Y EXTENSIÓN.
El movimiento antivacunas es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el rechazo a la vacuna a pesar de su disponibilidad” (1). La reticencia a la vacunación se define como “la tardanza en aceptar vacunas seguras o el rechazo a dichas vacunas pese a la disponibilidad de los servicios de vacunación” (2). Como hemos apuntado, no es un fenómeno actual, ha acompañado a las campañas de vacunación desde sus inicios. En 1796 Edward Jenner desarrolla la primera vacuna conocida, contra la viruela. A mediados del siglo XIX surgen leyes para obligar a la vacunación de los niños contra esta enfermedad y ante esto surgen los primeros movimientos antivacunas (3). Estos movimientos repartían panfletos disuasorios y se publicaban imágenes que ridiculizaban la vacunación.
En 1853 se crea la Liga Antivacunación y en 1867 la Liga contra la vacunación obligatoria en Inglaterra. En Estados Unidos, en 1879, se crea la Sociedad Antivacunación de Estados Unidos; la Liga contra la vacunación obligatoria de Nueva Inglaterra en 1882 y la Liga Antivacunación en 1885. La campaña que realizaron estas asociaciones fueron tan potentes que consiguieron, tras intensas batallas legales, que se derogaran algunas de esas leyes que obligaban a la vacunación recurriendo al argumento de que dicha obligación violaba los derechos individuales de la ciudadanía (4).
Dicho movimiento no cesó ni siquiera tras la comprobación del descenso tan acentuado de muertes que la vacuna había otorgado. Podríamos señalar otros hitos posteriores en el desarrollo del movimiento antivacunas como el surgido durante los años 70 en diferentes naciones contra la vacuna trivalente contra la difteria, la tosferina y el tétanos (DTP). Esta campaña se originó tras la publicación de un informe en el que se afirmaba que se habían producido consecuencias neurológicas (vómitos, irritabilidad, convulsiones y espasmos) en un grupo de niños tras recibir dicha vacuna. Esto conllevó que en países como Reino Unido disminuyera la tasa de vacunación lo que se siguió de sendas epidemias de difteria (4).
Otro hito importante fue, sin duda, el que se produjo tras las declaraciones del médico británico A. Wakefield en las que sugería una relación entre la vacuna trivalente contra el sarampión, parotiditis y rubéola tanto con el autismo como con diversas patologías relacionadas con el colon. Posteriormente se demostró que dicho médico tenía relaciones e intereses comerciales que invalidaban la objetividad de su trabajo, además de no poderse comprobar nuevamente los resultados que mostraba, con lo que dicho informe se desacreditó. A pesar de eso, se creó una alarma social que hizo descender en Reino Unido la tasa de vacunación considerablemente y hoy en día todavía se nombra dicho informe por padres que deciden no vacunar a sus hijos aduciendo que a ese médico se le hizo callar porque se atrevió a decir la verdad. Un gran problema que lleva aparejado este tipo de eventos es que la noticia tiene mucha más repercusión que la posterior rectificación o invalidación (5).
Ya en el siglo XXI, han surgido en diferentes lugares del mundo brotes de enfermedades que se consideraban controladas debido a grupos antivacunas que deciden no vacunar a sus hijos. En Países Bajos apareció un brote de sarampión en una escuela perteneciente a una comunidad religiosa que no aceptaba las vacunas; en el estado de Indiana (EEUU) se produjo un brote epidémico de sarampión en 2005 debido a que una niña que no estaba vacunada regresó de un viaje a Rumanía, contagiando a otros niños no vacunados porque sus padres consideraban dicha vacuna peligrosa (4).
MOVIMIENTOS ANTIVACUNAS EN LA ACTUALIDAD
En la reticencia a la vacunación, según un informe de la OMS (2) inciden factores como la desinformación, la complacencia, la comodidad y la confianza. No obstante, podríamos considerar que el movimiento antivacunas se ha visto fortalecido y extendido tras la pandemia de COVID y su consiguiente campaña de vacunación, contando con algunos aspectos que introducen matices relevantes frente a los movimientos anteriores. Por un lado, es importante destacar que todas las noticias relacionadas con el COVID se convirtieron en el principal foco de atención mundial durante dichos meses. En un planeta con tantas fuentes de distracción, tantos estímulos, se produjo una situación insólita. Podríamos decir que casi no hubo otros temas que le hicieran sombra. No hubo fútbol, ni estrenos, ni eventos. Durante ese tiempo casi únicamente se habló de dicha enfermedad y de todo lo relacionado con esta.
Por otro lado tenemos las posibilidades de extender las informaciones que hay en la actualidad. Las redes sociales conectan casi todos los rincones del planeta de forma instantánea. Los primeros movimientos antivacunas se servían de plataformas como periódicos locales y se transmitían generalmente a través de la familia, amigos o comunidades, panfletos y octavillas y en los casos más destacados, mediante mítines o charlas. Sin embargo, en estos últimos movimientos, la propagación de la información es drásticamente más amplia. La información se puede extender a todo el mundo fácilmente. El mundo se ha convertido en una aldea global, como ya nos decía Mcluhan(6). Además no solo se globaliza la información, también la información no contrastada así como las opiniones más excéntricas tienen un canal abierto de transmisión. Ante la gran cantidad de información que nos llega, lo realmente difícil es cribar lo real de lo falso, lo contrastado de lo inventado, lo beneficioso de lo perjudicial.
TIPOS DE MOVIMIENTOS ANTIVACUNAS
Diferentes estudios han estudiado el contenido de las páginas web de los movimientos antivacunas(4), agrupándolos en:
1.- Creencias religiosas, movimientos culturales.
Para algunas creencias religiosas las vacunas suponen una ruptura con el equilibrio natural de las cosas, considerándolas algo externo e innecesario. Relacionado con esto también hay movimientos culturales que apoyan la idea de volver a la naturaleza, no interfiriendo con la inmunidad natural que el contacto con los diferentes patógenos podrían conferir. Esto suele estar en la línea de la desilusión con el progreso e interés en volver a vidas más sencillas y menos tecnológicas.
2.- Cuestiones filosóficas.
En este aspecto se hace mención a la percepción de la obligatoriedad vacunal como una violación de los derechos individuales de las personas. Es una cuestión que ha impulsado en diferentes momentos de la historia los movimientos antivacunas, y en este momento actual, en los que los derechos están recogidos en cartas magnas y son relativamente conocidos por la población, se hace aún más intenso.
3.- Falta de eficacia.
En estos grupos se mantiene el argumento de que la disminución de la presencia de enfermedades infecciosas se ha llevado a cabo por aspectos ajenos a la vacunación como las mejoras socioeconómicas, poniendo en entredicho la necesidad real de vacunarse. En este aspecto, se podría también incluir los que piensan que no existe la pandemia, que es todo un montaje orquestado para manipularnos y que la vacuna viene a cubrir intereses económicos (aunque en muchos casos esto también se mezcla con la introducción en la vacuna de determinados instrumentos para manejarnos).
4.- Riesgos y consecuencias de la vacunación.
En este apartado encontramos grupos que inciden en la aparición de determinados efectos secundarios o contraindicaciones tras la aplicación de la vacuna. Inciden en la seguridad vacunal y en algunos casos se exponen las interacciones de las vacunas con el sistema inmunitario lo que puede ocasionar otro tipo de enfermedades por alteración de dicho sistema. Este es un grupo muy amplio que tiene un continuo de posicionamientos en el que podríamos colocarnos casi cualquier individuo, porque casi todos somos conscientes de que cualquier medicación, incluidas las vacunas, comporta un riesgo. En las personas propiamente antivacunas, su posición en dicho continuo contempla que los perjuicios que en su opinión acarrean las vacunas son superiores a las mejoras que dicha vacuna podría aportarles.
También podríamos incluir aquí los que argumentan que la vacuna no ha superado la fase experimental y que nos están usando de conejillos de indias para comprobar su eficacia, desconociendo los riesgos que esta podría ocasionar.
Dentro de este apartado podríamos incluir también los que hacen hincapié en la toxicidad de las sustancias que componen la vacuna (tiomersal, aluminio…), aunque estos no estén indicados en fichas técnicas (“nos engañan“) o aunque estén incluidos lo hacen en una proporción tan baja que no reviste peligro para los humanos.
5.- Negocio económico.
Aquí podemos englobar los grupos que se centran en el beneficio económico que supone para el lobby farmacéutico la elaboración de las vacunas. Aquí aducen falta de ética, transparencia e intereses para no confiar en dichos fármacos. Describen que no son necesarias o útiles y en algunos casos se conecta con la idea antes expuesta de Plandemia. “Todo es un invento para sacar dinero”.
También se señalan otros argumentos más minoritarios que hacen referencia a las molestias que pueden originar los pinchazos, o las consecuencias que pueden derivarse de una mala praxis a la hora de la inyección (afectación del nervio ciático, abscesos en el lugar de inoculación, celulitis…).
FAKE NEWS y DESINFORMACIÓN
En febrero de 2020 ya la Organización Mundial de la Salud informó que el nuevo coronavirus venía acompañado de una campaña de infoxicación y desinformación (9). En una investigación de la Universidad de Oxford(10) se analizaron 225 muestras de artículos de desinformación acerca de la COVID entre enero y marzo de 2020. Hallaron que la aparición de este tipo de artículos con informaciones erróneas o falseadas se incrementó en este periodo de tiempo en un 900%. Este tipo de noticias incluía en un 59% algún tipo de reconfiguración de la información, descontextualizando la información, reelaborándola o cambiando su significado. El 38% fue completamente fabricada sin ningún elemento que pudiera basarse en evidencias ya publicadas o anunciadas por organismos sanitarios de prestigio. El 59% de la información catalogada como fake news fue publicada en Twitter, un 27% en Youtube y un 24% en Facebook. En algunas de estas plataformas se habilitaron posteriormente mecanismos para luchar con dichas fake news.
Según otro estudio (11) las cuentas de Facebook con información falsa antivacunas han multiplicado su número de seguidores en Brasil, México, India, Ucrania, Francia, Tanzania y Kenia durante el año 2021. En Ucrania, las páginas que comparten ese tipo de contenidos crecieron un 157% en 2020. En México, Brasil e India un 50%. La cantidad de likes en cuentas que comparten contenido extremo contra las vacunas en francés creció en 2020, de 3,2 millones a casi 4,1 millones.
También se viralizaron diferentes imágenes por wasap durante la pandemia, aportando información falsa, ridiculizando las informaciones sanitarias o poniendo en duda la realidad de la misma pandemia. Podemos ver a continuación algunos ejemplos:
También pulularon por las redes diferentes teorías conspiratorias en la que la pandemia de COVID-19 se consideró producto de un arma biológica, una consecuencia de la tecnología 5G, o parte de un elaborado plan de reingeniería demográfica (11).
ACTORES EXCEPCIONALES
También podemos resaltar la participación que diferentes personas a las que se les confiere un determinado prestigio por su profesión, celebridad, etc… Dicha participación ha contribuido en gran medida a la legitimación de los discursos antivacunas. Podríamos llamarlos actores excepcionales. Heidi Larson, que dirige el Proyecto de Confianza en las Vacunas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, los llama los “caballeros de la brillante armadura” (12). Ella hace referencia al caso del doctor Alexander Ross, autor de un panfleto que se propagó en Montreal en 1885, en una epidemia de viruela en la ciudad. “No hablemos más de la tiranía rusa” comparando estos con los funcionarios de sanidad que “pisoteaban los derechos civiles”. El que este señor fuera médico de profesión le dio una pátina de credibilidad y prestigio a sus opiniones. Ross aseguraba que la vacunación no prevenía la viruela, y si podía generar otras peligrosas enfermedades como la sífilis e incluso la misma viruela a individuos sanos y que mataba a los niños. Aseguraba que realmente no había una epidemia y propugnaba como formas legítimas de protección: “el aire puro, la limpieza y la templanza”. Para apoyar sus argumentos, acompañaba sus opiniones de las de otras personas cuyo nombre presentaba junto a las palabras profesor o doctor. Según Larsson esta es una táctica habitual entre los líderes antivacunas:
- Restar importancia a la amenaza de la enfermedad.
- Subrayar la amenaza de la vacuna.
- Insinuar una conspiración mayor.
- Apelar a otras personas con autoridad que se atreven a desafiar la opinión general.
En la pandemia por COVID 19 también se contó con este tipo de personas. Entre ellas, destacaríamos a la viróloga Judy Mikovits que elaboró unos videos conspirativos que tuvieron una gran difusión, titulados Plandemic(12), o la red “Médicos por la verdad”.
CONCLUSIONES
En este nuevo escenario global que se nos perfila, el saber cribar la información correcta de la falsa será una tarea difícil y prioritaria. Los organismos científicos especialistas en cada materia tendrán un papel destacado ayudándonos a ello. Las vacunas siguen siendo una herramienta absolutamente indispensable para la lucha contra las enfermedades infecciosas y es necesario restablecer la confianza en su eficacia y ventajas. Dichos organismos son una pieza clave para que se recupere esa confianza, extremando la transparencia y objetividad de sus procesos y creando canales de información claros para la ciudadanía.
Por nuestra parte, como usuarios, tendremos que mantener un pensamiento crítico y buscar información en fuentes científicas acreditadas y validadas. Intentar no dejarnos llevar por titulares sensacionalistas y comprobar las noticias que nos llegan. Ante la maraña inmensa de información, dónde se mezcla lo cierto, lo falso e incluso lo directamente perjudicial, solo nos queda la ciencia para alumbrarnos.
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