Lola García Pérez
Enfermera del trabajo
CPRL de Sevilla
La primera vez que vi a un funcionario en el cine creo que fue en la película “Las doce pruebas de Astérix”. Recuerdo la angustia que me produjo ese deambular de ventanilla en ventanilla. La burocracia es algo horrible y los funcionarios seres crueles, debí pensar.
Pero, al margen de esta maravillosa peli… ¿cómo nos retrata el cine? La respuesta no sería fácil, porque personal funcionario hay de muchos tipos y películas sobre ellos las hay a montones. Me gustaría, en una serie de artículos, reflejar algunas de las películas que se han dedicado a distintos aspectos de la Administración. Y como por algún sitio tengo que empezar, lo haré por la Educación pública.
Se ha hecho muchísimo cine sobre eso. Todavía, a los que ya estábamos conscientes en los 90, si escuchamos la canción “Gansta’d paradise” de Coolio, se nos viene a la cabeza esa marine rubia preciosa a la que dio vida Michelle Pfeiffer, capaz de hacerse con una clase complicada y conflictiva en un barrio marginal de EEUU. Ese argumento de alumnado asalvajado a los que un profesor o profesora consigue redimir no es nuevo. Se ha utilizado en muchas ocasiones. Ya “Rebelión en las aulas”, con un fantástico Sidney Poitier, exploraba eso. Esos funcionarios que conseguían, por medio de la educación, crear un espacio seguro para ellos y su alumnado, en el que imponer normas más respetuosas y cambiar las dinámicas de relación.
Un buen profesor nunca se olvida. Se dice y en mi caso es verdad. Nunca olvidaré a don Julio Framiñán, mi querido profesor. Ese gallego entusiasta y entregado, que hablaba con una música diferente de la del resto de la clase y que me alentó a seguir leyendo y conociendo otros mundos distintos al mío. Esa sería la persona a la que yo recitaría los versos de Walt Whitman: “¡Oh capitán, mi capitán!”, que tan famosos se hicieron en otras de las más célebres películas sobre educación, “El club de los poetas muertos”, en el que Robin Williams abría un nuevo mundo de posibilidades a sus alumnos. Y debía ser muy buen profesor, porque también consigue, en el caso de “El indomable Will Hunting”, encauzar a un joven genio de las matemáticas encarnado por Matt Damon.
En España tenemos otra película extraordinaria sobre esa misma figura, dirigida por José Luís Cuerda y basada en unos relatos de Manuel Rivas, “La lengua de las mariposas”, en la que un imponente Fernando Fernán Gómez utiliza la educación para hacer salir de la cueva a sus alumnos. Es una película que cada vez que la recuerdo me sigue emocionando profundamente. Eran malos tiempos aquellos para ese cometido de dar luz (ateo, rojo, anarquista, tilonorrinco, espiritrompa…).
En Francia también podemos encontrar ese profesor que no se olvida. Como en “Los chicos del coro”, dirigida por Christophe Barratier y protagonizada por el inolvidable Gérard Jugnot, cuya humanidad y cercanía hace que sea una película perfecta tanto para niños como mayores.
Sin irnos de Francia, me gustaría recomendaros una serie, también francesa, más reciente, “Instituto Voltaire”, en el que se describe como se desarrolló en un liceo francés la experiencia de una educación mixta, según la ley que acababa de ser promulgada en 1963 y que autorizaba los liceos mixtos en Francia.
Y como he hablado de series, vuelvo a la patria para invitaros a ver “Merlí”, en la que un profesor muy peculiar revoluciona a su alumnado, los “peripatéticos”, a los que les hace amar la filosofía. Merlí es mal hablado, complejo, histriónico, pero cambia la vida de esos adolescentes manejados por las hormonas y les hace pensar (en algo más que no sea el sexo). No pide que se esté de acuerdo con él, pero no soporta que no se piense. Si te atreves, es una delicia verla en su catalán original (con subtítulos si no manejas la lengua, como es mi caso).
Siguiendo con la estela de los profesores icónicos, voy a presentar a otro mucho más singular que Merlí. Para empezar, es extraterrestre, se ha cargado la Luna y acabará con la Tierra, si alguien no lo elimina antes. Decide formar a un grupo de la clase D. En Japón se agrupan según notas y en esa clase están los menos reconocidos intelectualmente. Él los preparará instruyéndolos a cada uno según su capacidad, motivándolos y, sobre todo, se dedicará a formarlos en la crucial tarea para la Humanidad de matarlo. Extraño, ¿verdad? Pues esa es la historia de un anime que ya es un clásico: “Assassination Classroom”. Si te gusta el anime tienes que verlo, si no, dale una oportunidad. Koro-sensei, a pesar de sus cosas, es tan adorable…
Pero no solo de ese tipo de profesores que marcan la diferencia vive el cine sobre colegios públicos. Hay temáticas distintas. Muchas veces, el profesor no puede o no consigue cambiar las cosas. O sí. Como en la película francesa “La última lección”. Comienza con una imagen impactante, el suicido de un profesor de instituto delante de sus alumnos. Seis de ellos no tienen ningún tipo de reacción. Posteriormente, llega un nuevo profesor a sustituirle. Hasta ahí puedo leer. Es una película bastante inquietante y que realmente me sorprendió. Os la recomiendo, cuando la terminas entiendes una lectura que, al menos a mí, no se me había ocurrido.
En otro tipo de películas los profesores eligen métodos controvertidos, que no siempre salen bien. Como en la fabulosa película alemana “La ola”, que está inspirada en un caso real ocurrido en California en 1967, en la que un profesor propuso un experimento social para explicar a sus alumnos el totalitarismo y sus peligros.
Otra película en la que un grupo de profesores también busca una manera un tanto original y disfuncional para conectar con su alumnado es la danesa “Otra ronda”, de Thomas Vinterberg. Esta película es recomendable no solo porque lo digo yo ni porque fue la ganadora del Oscar a la mejor película en lengua extranjera. Es que es una pasada. Como todo lo que hace Vinterberg, por otro lado. Y además tiene como actor principal al actor danés Mads Mikkelsen que es casi perfecto. Podría decirse que es una apología del alcohol. Podría ser. Pero de lo que no cabe ninguna duda es que es una apología de la celebración, de la vida y del entendimiento, os lo dice una abstemia.
En la perturbadora “La profesora de parvulario”, una impactante Maggie Gyllenhaal nos cuenta una historia sobre una profesional de la educación con un comportamiento bastante inquietante. Dirigida por Sara Colangelo, nos describe a una profesora muy atenta con su alumnado hasta que descubre a un niño prodigio con el que se obsesiona y al que quiere hacer brillar de una forma bastante discutible. Es un remake de una película israelí escrita y dirigida por Nadav Lapid.
Otra relación compleja entre profesorado y alumnado especialmente brillante la encontramos en la magistral “En la casa”, de François Ozon. Un profesor de literatura tiene que manejarse con la asombrosa capacidad de un alumno de 16 años para inventar historias. No podría leeros más, pero os la recomiendo muy mucho. Es retorcida, pero podréis superarlo.
Otras veces, los métodos de la Administración educativa no es que sean discutibles, es que son directamente horribles. Voy a reseñar aquí “Battle Royale” una película japonesa que a mí personalmente me gusta mucho. Por favor, no se me enfade la comunidad educativa que sabemos que esta peli no podría pasar (espero, jejejejee). Pero no deja de ser una estupenda película, anterior a “Los juegos del hambre” y al “Juego del calamar”, que trata sobre una sociedad distópica donde hay jovencitos bastante problemáticos para los que la administración del país decide que ya no hay más oportunidades y los mandan a pelear. Entre ellos solo puede quedar uno. En fin, esas cositas tan románticas a las que nos tiene acostumbrados Takeshi Kitano, que además de ser uno de los de “Humor amarillo”, es un reconocido actor y director japonés y hace aquí de profesor (por llamarlo de alguna forma). Es una película ultraviolenta de culto dirigida por Kinji Fukasaku y basada en la novela Koushun Takami.
He puesto algunas películas y podría poner muchas más. Hay tantas películas sobre educación que incluso hay subgéneros dentro del género. Así podemos encontrar películas centradas en el bullying. Este es un asunto tan trascendente y con tantas implicaciones que lo voy a dejar para dedicarle un artículo completo en el futuro.
También, desgraciadamente, se ha creado un subgénero de películas sobre matanzas en colegios e institutos. Casi todas se refieren al ámbito norteamericano. Podemos encontrar “Elephant” y “Bowling for columbine”, que tratan sobre la infame matanza producida en la Escuela Preparatoria de Columbine en 1999. Yo no conecto demasiado con el cine de Gus Van Sant, por lo que “Elephant” no se encuentra entre las películas que me gustan, pero es una película muy solvente con una gran consideración entre la crítica.
También podemos incluir dos películas perturbadoras y muy bien facturadas como “Tenemos que hablar de Kevin” y la estoniana “Klass”. En la primera, Ezra Miller hace un papelón. En toda la película no dejas de responderte a la eterna pregunta de si el mal nace o se hace. “Klass” realmente es una película sobre el bullying, por lo que he dudado bastante si meterla o no. Pero quería aportar alguna película sobre el género que no transcurriera en EEUU. Esta película tiene una de las escenas (y no es la de la matanza) que más me ha impactado.
La verdad es que, como madre, estas películas me golpean directamente en el estómago. Así lo hizo el maravilloso corto de animación “Si algo me pasa, os quiero”. Es imposible verlo sin un nudo en el estómago. Sabe transmitir con delicadeza y elegancia ese pesar tan profundo, la incomprensión más absoluta por algo tan abominable y tan evitable.
Dentro de este infausto apartado quería reseñar también una película canadiense, que hace referencia a un caso quizá más olvidado como el de la matanza de alumnas (sí, fue un ataque directamente dirigido hacia las estudiantes solo por intentar estudiar como sus compañeros masculinos), en la Escuela Politécnica de Montreal en 1989. La película, que se llama “Politécnico” está muy bien narrada y creo que describe perfectamente la indefensión, el horror y lo incomprensible de este tipo de hechos.
Para acabar, os voy a dejar con dos de mis profesores favoritos. No podría decir que se trata de películas sobre la educación, pero los protagonistas de estas delicias son profesores. Por un lado, la argentina “Un lugar en el mundo”, de Adolfo Aristarain. En esta película empecé a amar a Federico Luppi, que hace en ella de profesor rural. Todavía hoy sigo amándolo, aunque ya no esté con nosotros.
Por otro lado, una película de Xavier Dolan (ese enfant terrible del cine canadiense). “Laurence, Anyways”. Protagonizado por dos actores que me flipan, Melvil Poupaud y Suzanne Clément, narra el vuelco en la vida del profesor de literatura Laurence cuando decide cambiar de género ante el estupor de sus compañeros y de su mujer. Está tratada con tal delicadeza y es tan poderosa visualmente que yo no puedo hacer otra cosa que recomendarla.
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