Lorenzo González Galavís
Técnico del Servicio de Información y Participación
Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul
Empezaba el mes diciembre de 2021 cuando recibí un extraño correo remitido por el servicio de Gestión del Conocimiento del Instituto Andaluz de Administración Pública (IAAP) invitándome a convertirme en Embajador del Conocimiento. A pesar de venir acompañado de un par de enlaces para explicar en qué consistía el programa, no era fácil hacerse una idea de qué implicaba este rimbombante título y mucho menos cuál sería el programa más adecuado para mi perfil de todos los que se ofrecían. Sin embargo, desde el primer momento, me vi atraído por uno titulado “Encuentro Intergeneracional”. Probablemente influyó el hecho de que mi abuela, que enviudó pronto, viniera a vivir a mi casa cuando todavía era un niño. Esto me permitió no solo disfrutar de su compañía diaria desde muy jovencito, sino que además pude empaparme de una sabiduría que nunca llegaría a encontrar en los libros de texto y que tuvo para mí un valor incalculable: la experiencia.
Aunque llevo poco tiempo como funcionario, incluso antes de entrar al servicio de la Junta de Andalucía, he escuchado muchas veces aquel reclamo de las academias de preparación de opositores diciendo que en muy pocos años se va a jubilar casi la mitad de su plantilla. Lo malo de estos rumores es que son ciertos y lo peor es que actualmente no se está llevando a cabo ningún plan a gran escala que permita evitar que este conocimiento tan valioso se escape como agua entre los dedos. Por esta razón, cuando me enteré de que tenía la posibilidad de ayudar a retener algo de él y dejar que empapara a esas esponjas que son los funcionarios de nuevo ingreso, no lo dudé, tenía que convertirme en Embajador del Conocimiento.
Al empezar el curso de Gestión del Conocimiento iba con una vaga idea de a lo que se querrían referir en el IAAP con “Encuentro Intergeneracional”. En las primeras reuniones conseguí concretar mejor esa idea abstracta pero, tras escuchar las opiniones de mis compañeros, también me ocurrió que se diversificó en varias ramas que no había considerado al principio y que me parecían igualmente interesantes. Estas interacciones con el resto de miembros del equipo de Encuentro Intergeneracional y con los demás Embajadores del Conocimiento servirían para definir la línea maestra a seguir en nuestro proyecto:
La transferencia de conocimiento intergeneracional no tiene que ir en un solo sentido, de la persona más experimentada a la más joven, sino que puede y es deseable que vaya en ambas direcciones. De esta manera se conseguiría una relación en la que los dos ganan y sería más fácil la colaboración de gente con experiencia.
Transferencia intergeneracional no implica necesariamente que el de la generación superior esté a punto de jubilarse. Lo importante es que atesore una dilatada experiencia.
La persona que deja un puesto que ha estado ocupando durante años debería desarrollar una labor de mentor con la persona que lo sustituye para que la transición de ambos sea lo más productiva posible.
El diseño del proyecto debe permitir su continuidad en el tiempo. Es decir, es necesario definirlo de tal manera que sea fácil de repetir en cualquier Consejería y para cualquier puesto de trabajo.
Una vez definido nuestros objetivos llegaba el momento de pedir ayuda, pues todos sabemos hacer nuestro trabajo pero lo que ha aprendido un opositor durante su preparación es justo lo contrario de lo que nosotros necesitábamos. Por este motivo, desde el IAAP organizaron unas jornadas de convivencia de todos los embajadores en Baeza. Allí conoceríamos a Mª Claudia Herrera Prieto de la consultora Somos Más. Esta experimentada profesional consiguió que aprendiéramos a trabajar de forma colaborativa a través de actividades que parecían un simple juego. Así, en solo dos días consiguió exprimir todo nuestro potencial y que cada uno de los equipos trazara una hoja de ruta que le permitiera llevar a cabo su proyecto.
El primer paso que debíamos llevar a cabo fue la elección del colectivo que sería objeto del encuentro intergeneracional. Aquí la suerte estuvo de nuestro lado ya que uno de los integrantes de nuestro equipo es un Agente de Salud Pública y es perfectamente conocedor de la situación de un cuerpo que cumplía todos los requisitos exigidos para llevar a cabo un encuentro exitoso. Los Agentes de Salud pública son alrededor de 900 profesionales pertenecientes al Servicio Andaluz de Salud que se dividen en dos especialidades: farmacia y veterinaria. Entre sus atribuciones destacan las actividades de protección de la salud centradas en el control alimentario y ambiental, mediante la inspección de mataderos y mercados o el análisis de aguas entre muchas otras.
El siguiente paso fue realizar una encuesta a dicho colectivo, consiguiéndose la intervención de 165 personas dividas casi paritariamente entre las dos especialidades. Lo que a priori puede parecer una proporción pequeña, resulta ser un porcentaje de participación muy por encima de la media habitual en encuestas de este tipo.
Las respuestas obtenidas sirvieron para identificar las carencias que se encuentra un funcionario de nuevo ingreso al cuerpo, así como las características que debería tener el agente de salud arquetípico. Respecto a lo que les gustaría haberse encontrado cuando entraron, la mayoría de los encuestados coincidió en señalar que habrían deseado que su servicio hubiera tenido previsto una formación práctica y acompañamiento durante las primeras visitas, así como unos procedimientos que recogieran los protocolos básicos de actuación. En cuanto a lo que consideran fundamental para su trabajo y creen que debe de tener el agente de salud ideal, todos repiten la palabra empatía y, en el mismo sentido, mencionan la necesidad de contar con habilidades para el trato personal, así como el conocimiento de la normativa y su forma de aplicarla.
Sin duda alguna, la pregunta más interesante de la encuesta fue la de “¿qué formas de compartir se te ocurren?”. Aquí se obtuvo un amplio abanico de respuestas que sirvieron para definir los retos que cada cual decidiría desarrollar en el encuentro.
Por fin, después de tantos meses de preparación llegó el momento de organizar el Encuentro Intergeneracional. Como se ha comentado, la encuesta había sido todo un éxito y esto provocó que, por motivos de aforo, no todos los interesados pudieran participar en él. Al final un grupo de 33 Agentes de Salud Pública se congregó el 5 de octubre de este año en la sede del IAAP para participar en el IV Encuentro Intergeneracional de la Junta de Andalucía.
La jornada comenzó con la bienvenida y apertura del encuentro por parte de la Subdirectora del IAAP Carmen Seisdedos Alonso, quien puso en valor el trabajo e hitos logrados por el programa de Gestión del Conocimiento del IAAP durante estos años de recorrido, apoyando iniciativas novedosas y pertinentes dentro de la Administración pública. Hizo especial mención a que el proyecto de Encuentro Intergeneracional ha despertado la curiosidad de otras administraciones que ven las posibilidades que ofrece y se interesan por él.
Continuó Francisco Javier Domínguez Murillo, jefe del servicio de Gestión del Conocimiento del IAAP, que dio la bienvenida a los Agentes de Salud Pública animándoles a disfrutar y a participar de este espacio de conversación, cuyo objetivo no es otro que seguir contribuyendo al cambio y mejora de la administración pública andaluza.
Por último, en nombre del colectivo, Antonio Hernández Jiménez coordinador de los Agentes de Salud Pública, quiso agradecer la participación a las personas asistentes. Destacó que desde el principio se sintió atraído por la idea del encuentro intergeneracional porque es algo novedoso y se alegra de que se haya contado con ellos, ya que siente que pertenece a un colectivo que está algo falto de cariño. Incidió en que la gran valía profesional que tienen los agentes de salud pública no se debe desaprovechar y hay que fomentar iniciativas que favorezcan el traspaso de conocimiento a los nuevos profesionales que se incorporan a este cuerpo de inspectores sanitarios.
Para romper el hielo, todos nos sentamos en círculo alrededor de una manta de recuerdos en la que había distintos objetos relacionados con sus estudios y el desarrollo de su actividad. Cada persona tenía que elegir un objeto y narrar una anécdota relacionada con él. Además debían contar qué es lo que esperaban del encuentro. A pesar de que algunos de los participantes eran un tanto reticentes a hablar en público, al escuchar a sus compañeros contando historias similares a las que ellos habían vivido, consiguieron relajarse e integrarse en el grupo. Sin duda se creó el primer momento mágico de la jornada. Un grupo de desconocidos había abierto su corazón y el resultado es que ya no eran unos desconocidos sino compañeros con las mismas inquietudes y anhelos. Se había conseguido que experimentaran un sentimiento de pertenencia.
La siguiente actividad los dividió en grupos más pequeños en los que se emplearon técnicas para aprender a escuchar a los demás e intentar llevar a cabo una conversación generativa. Buscando hacer cumplir uno de los aforismos más importante de la gestión del conocimiento: “Habla con intención y escucha con atención”.
Después se hizo otra actividad en la que se les repitió la pregunta de la encuesta de qué es vital que conozca la persona que entra y cómo se podría conseguir dárselo. El objetivo era ver qué respuestas se obtenían al responder a esta pregunta de manera colectiva esta vez. Se obtuvo un resultado parecido al de las encuestas y sirvió para que cada persona fuera descubriendo poco a poco el reto con el que podría identificarse más.
Tanto trabajo nos abrió el apetito y nos fuimos a la comida con la sensación de que la jornada ya estaba dando sus frutos.
La tarde empezó con el mercadillo de ideas, una actividad en la que cada embajador presentó un reto de los que los Agentes de Salud Pública habían propuesto en las encuestas y pidió voluntarios para que se sumaran a su proyecto si conseguían identificarse con la idea que cada uno vendía. Finalmente se formaron cuatro grupos con los siguientes retos:
Croquetas del conocimiento: se trata de vídeos de no más de dos minutos que recogen píldoras formativas.
Reuniones de intercambios de ideas: busca que los que asuman este reto sean capaces de diseñar y definir cómo serían los encuentros, reuniones o talleres que podrían organizarse para el intercambio de ideas entre los Agentes de Salud Pública.
Formación práctica / Enfoque de visitas: ante el problema de que los nuevos funcionarios ingresan con mucha teoría pero poca práctica y el trabajo además requiere una serie de habilidades que no se adquieren con el estudio, se propone como solución un plan de acogida con acompañamiento de un senior y una planificación de las primeras visitas.
Acompañamiento con un mentor: se quiere diseñar un programa que permita la transmisión del conocimiento no solo a la persona recién llegada, sino que esa formación se prolongue en el tiempo y se desarrolle de una manera más personalizada en función del desarrollo profesional que vaya buscando el discípulo.
Con los grupos ya formados, se empezó una labor creativa en la que todos fueron aportando su punto de vista y analizando los pros y contras de cada opción. Se les hizo hincapié en la necesidad de buscar un mínimo producto viable para llegar a un objetivo alcanzable que no frustrase al grupo y permitiera llevar a la nave a buen puerto.
Tras este gran trabajo en una jornada corta pero intensa, cada uno de los grupos presentó al resto de sus compañeros sus dos siguientes pasos para el desarrollo del reto y fue el instante en el que se vivió el segundo momento mágico de la jornada. Ahí pudimos ver la cara de orgullo de cada uno de los integrantes del grupo al presentar a sus colegas su aportación a esa transmisión de conocimiento que se buscaba cuando empezó la jornada.
Sin duda ha supuesto un esfuerzo ímprobo llegar hasta aquí desde aquel mes de diciembre del año pasado, cuando decidí convertirme en Embajador del Conocimiento sin siquiera tener claro lo que era aquello, pero el trabajo ha sido pagado con creces con la gran entrega y participación de este colectivo de Agentes de Salud Pública. Os doy las gracias en nombre del Grupo de Encuentro Intergeneracional por habernos abierto vuestro corazón y ofrecido vuestro trabajo y dedicación en esta jornada tan bonita. Estoy seguro de que vuestros retos seguirán adelante y servirán para calmar la sed de los necesitados de conocimiento que quieran beber del agua de la experiencia.
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