Por José Ramón de las Heras González
(Twitter: @jramonheras)
Profesor de Geografía e Historia
Técnico de informática
SGT Consejería de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo
Voy de la mano de los dioses,
piso con su permiso las tierras sagradas
en las que vivieron y murieron nuestros ancestros.
Veo lo que ellos vieron,
guardo en mi memoria lo que sintieron,
Y mi espíritu se libera….
@artexix
Un espacio universal para la eternidad
Uno de los más impresionantes conjuntos de monumentos que posee el patrimonio de nuestra comunidad andaluza es el Sitio de los Dólmenes de Antequera. Este conjunto está compuesto por los dólmenes de Menga y Viera, el tholos del Romeral, y por los elementos físicos del paisaje de la sierra del Torcal y la Peña de los Enamorados, todos ellos en conjunto representan uno de los espacios más representativos de la comunión que significa: espacio natural con el espacio sometido a la antropización (transformación que ejerce el ser humano sobre el medio), bajo la denominación del Megalitismo.
Hablamos de ‘Megalitismo’ como un término que aplicamos de forma general a construcciones que se erigen siguiendo una técnica arquitectónica que se basa en distribuir las fuerzas y los pesos mediante piedras de gran tamaño, formando muros y cubiertas adinteladas encajadas casi siempre en seco, sin ningún tipo de cemento ni argamasa. Los monumentos megalíticos provocan una fascinación casi mística, así Carnac en Francia, Stonehenge-Avebury en el Reino Unido, o Newgrange en irlanda son algunos de los monumentos más visitados en el ámbito arqueológico en Europa. Estas construcciones megalíticas de grandes piedras siguen un patrón de comportamiento cultural, observable en sociedades que desarrollan un incipiente grado de complejidad social, independientemente del momento y del espacio donde se desarrollan.
La arquitectura megalítica es la más antigua arquitectura monumental en piedra erigida por el ser humano. Göbekli Tepe, un santuario que se levanta al nordeste de la ciudad de Sanliurfa (antigua Urfa/Edesa), en el sureste de Turquía son las construcciones monumentales en piedra más antiguas actualmente conocidas, unos recintos con pilares en forma de T, con una datación entorno a 9000 ANE, los investigadores de la excavación manifiestan que coincide con la sedentarización que puso fin a la forma de vida cazadora y recolectora. A continuación los más antiguos de estos monumentos parecen ser, se corresponden con los que se construyeron en Portugal o en la Bretaña francesa hace entre 6500 y 7000 años, esto es, desde la primera mitad del V milenio a. n. e., por lo que desde los inicios del Neolítico Final, en el Calcolítico, en la Edad del Bronce, en la Edad del Hierro e incluso en muchos casos hasta en periodos históricos (en Europa, en época romana y medieval) se han construido o utilizado megalitos, distribuidos geográficamente en muy diversos lugares en los que encontramos construcciones megalíticas en importantes densidades, por una amplia franja del Viejo Mundo que va desde la Europa atlántica (entre Escandinavia y la Península Ibérica) y el Norte de África, prolongándose hacia la India e Indonesia a través del Próximo Oriente.
Además de su dispersión temporal y geográfica, otro de los caracteres esenciales del fenómeno del Megalitismo que indudablemente contribuye a explicar porqué despierta tanto interés en nuestra actual sociedad, y que seguro fue una de los mayores alicientes para sus constructores, es la monumentalidad entendida como el tamaño o la prominencia visual que le procuran la capacidad de transmitir una serie de mensajes casi instantáneos, y que capta la mente humana, porque evocan al poder de superación, al prestigio que procura los logros técnicos, y por supuesto la presencia que domina el paisaje y que le proporciona un aspecto de eternidad en la permanencia del tiempo. Así no fueron ajenos a estos conceptos los faraones egipcios del Reino Antiguo cuando ordenaron la construcción de las pirámides de Giza, parece obvio que ya habían comprendido perfectamente estos elementales funcionamientos de la percepción humana.
El Sitio de los Dólmenes de Antequera.
La llegada de los primeros pobladores
Las comunidades neolíticas asentadas en la costa malagueña, cuya presencia está atestiguada en la Cueva de Nerja, con unos límites cronológicos situados entre 5600 y 4800 cal BC, son estos pequeños grupos de pobladores neolíticos, que forman parte de esa dinámica poblacional en el Mediterráneo occidental que se estaba procesando en esta época, un acelerado proceso de colonización por parte de las primeras comunidades agrícolas y ganaderas quienes, bien recorriendo a pie la costa o, más probablemente, en embarcaciones y mediante navegación de cabotaje, fueron asentándose en toda la franja litoral que va desde el sur de Francia hasta la península de Lisboa, a lo largo de las costa catalana, valenciana y andaluza.
En un periodo que pudo ser entre 150 ó 200 años, según los últimos modelos cronométricos, prosperaron lo que provocó que una parte del grupo se adentrase hacia el interior montañoso de la Bética, llegando primero al Torcal y luego descendiendo a la Vega Antequerana, buscado nuevos territorios donde el medio favoreciese su vida y la comunidad, fue cuando hallaron una formación natural excepcional: El Torcal de Antequera.
Se abre un nuevo espacio a descubrir
El Torcal de Antequera
Situado en la Vega Antequerana de la provincia de Málaga, uno de los elementos físicos más destacables ‘El Torcal de Antequera’ aparece como un paraje natural, una sierra de rocas calizas, cuyo modelado kárstico configura un paisaje tremendamente peculiar gracias a sus caprichosas formas. Estas formas, fruto de la acción de los agentes erosivos sobre los alternantes estratos de material duro y otros más blando, al ir diluyéndose dan lugar a estas formas caprichosas tan peculiares. Esta sierra presenta además la particularidad de su origen en el Mesozoico, unos 250.000 millones de años, emergen de las aguas con la orogenia Alpina, responsable de la formación de las cordilleras Béticas, que propició la presencia de fósiles incrustados en las rocas -ammonites y otras formas- que le proporcionan un aspecto muy llamativo.
Este paraje natural encierra una de las muestras más impresionantes de paisaje kárstico de toda Europa y, debe su nombre, a las dolinas o torcas, peculiares formaciones en forma de depresiones circulares. Además aquí se encuentra la ‘Cueva del Toro’ una cavidad kárstica a una altitud de 1.190 metros sobre el nivel del mar, que contiene un importante yacimiento arqueológico con una ocupación fundamentalmente del Neolítico antiguo y reciente, y es aquí donde donde está documentada la llegada de esas poblaciones neolíticas desde la costa malagueña.
La Peña de los Enamorados
Otro elemento destacable del conjunto, La Peña de los Enamorados, se alza altiva y orgullosa, en una encrucijada de caminos: el paso desde la costa malagueña hasta el interior del valle del Guadalquivir en la campiña cordobesa hacia Sierra Morena y el interior de la península, por otro lado, desde el paso del valle inferior del Guadalquivir que llega a Sevilla hasta el altiplano interior de Granada. Un hito natural que vertebra estos dos ejes que se entrecruzan en sus faldas bajo su atenta mirada.
Este cruce de caminos de enorme importancia histórica desde tiempos remotos para todas las culturas que han pasado por la región, de las que este peñón calizo ha sido mudo testigo, y que ha penetrado de forma segura en las mentalidades de todos aquellos que atónitos prestaban su mirada hacia el horizonte donde su silueta dibuja un caprichoso perfil antropomorfo, incidiendo en sus mentalidades, en su simbolismo, dando crédito a una mitología forjada que imbuía sus vidas dándoles un sentido a su propia existencia, una gran señora yaciente que despliega su halo mágico.
Tierra y agua. Los tesoros de de la Vega
Las masas de aire húmedo procedentes del Mediterráneo dejan gran cantidad de agua cuando chocan con este macizo calizo, de forma que su subsuelo se provee con agua de muy buena calidad formando un gran acuífero. Este acuífero, en la cara norte del macizo kárstico es donde emana un manantial llamado “El Nacimiento”, emerge de una gruta donde se crea casi todo el año un lago subterráneo. Este manantial produce un caudal de agua potable de excelente calidad, agua que es consumida hoy día por la población de Antequera. Se da la circunstancia, en una región de climatología mediterránea, sometida a fluctuaciones de estiaje estacional y periodos de sequías, que el agua se presenta como un recurso de suma importancia, además siendo Antequera un lugar donde hay muy presente una gran cantidad de agua salada -salobridad- en toda la región, no apta para el consumo humano. De ahí que este manantial y su cauce, conocido como el ‘Arroyo de la Villa’ va establecer una relación muy especial con todos los pobladores desde tiempos remotos.
Por otro lado, en los alrededores y cercanías de Antequera, hay una gran cantidad de recursos que la geología ofrece, que fueron de enorme valor estratégico el Neolítico con es el caso del sílex, empleado para la fabricación de utensilios de filo cortante y puntas de flecha, y rocas duras empleadas para la fabricación de hachas, mazas y utensilios de molienda, como la similanita y la ofita, como nos muestra el profesor Leonardo García Sanjuan en la imagen. Antequera, como hemos descrito anteriormente albergaba un recurso que iría convirtiendo en esencia y de gran valor adquirido con el avance del desarrollo de la vida neolítica, y que vino a favorecer la conservación de productos cárnicos, gracias al crecimiento de la ganadería: la sal.
Los fundadores de las comunidades en el Torcal.
La instalación de este grupo de pobladores venidos de la costa tuvo seguramente además de los condicionamientos geográficos y ecológicos, y como no económicos, otros incentivos, otra serie de motivaciones emocionales y simbólicas que habían evocado a su llegada todas esas extrañas formaciones rocosas, cuyas siluetas emanaban de la tierra y los rodeaban.
Modeladas y cinceladas por el capricho de la geología crean elementos arquitectónicos naturales, presentándose ante sus atentas miradas, amenazantes e intrigantes, como elementos fruto de las manos de seres sobrenaturales, a la vez que fraguan en sus mentes una simbología mítica a la que se añadían las imágenes del paisaje que los embuía. Así configurándose como “torres”, “cámaras” y “corredores”, forjados con grandes losas de piedra, descubrieron tallados en las piedras abundante cantidad de fósiles de animales marinos presentes en ellas, (ammonites, etc.). De estos bellos moluscos, se constata un hecho sobre la cultura neolítica antigua de Andalucía denominada “cardial” debido al uso de una especial concha marina, — Cardium edule— con la que imprimían decoración en sus vasijas cerámicas.
La figurilla tallada en concha marina encontrada en la cueva de El Toro, y que en su forma recuerda a las propias formaciones rocosas de El Torcal, muestra la íntima relación simbólica de estos pobladores con el medio. Declaraba el investigador de la Cueva del Toro, el profesor Dimas Martín: “hemos descubierto que tiene las dos características: es una pieza que tiene carácter religioso, ideológico, pero transportable, que es lo que corresponde a una sociedad ganadera como es la que habita en El Torcal. Es una Venus, porque de acuerdo a su estructura se asocia con el modelo, a las características modélicas de representación femenina en otros ámbitos. Y su relación a la figura del Tornillo: Porque tiene toda una serie de entrantes y salientes, de irregularidades, marcando pequeños elementos de flotación que en este caso se ha asociado básicamente con ‘El Tornillo’. De pequeñas dimensiones: tiene 4,8 centímetros y es lo lógico para un elemento móvil, portable, igual a los elementos ideológicos que nosotros portamos.”
Otro elemento intrigante que aparece en la Cueva del Toro es le conocido como el cráneo copa, un elemento tétrico que seguramente fue objeto ceremonial de aquella cultura.
Mucho se ha especulado alrededor del abandono de la Cueva del Toro por las comunidades Neolíticas, las últimas investigaciones apuntan a circunstancias catastróficas como la coincidencia del desplome de la losa caliza de techo de la cueva. La profesora M ª Dolores Camalich, que junto a su marido el profesor Dimas Martín llevaron a cabo las excavaciones en la Cueva del Toro manifiesta que alrededor de 5000 ANE se produce la ocupación de la Vega Antequerana con las poblaciones, de entre otros asentamientos, de la ‘Cueva del Toro’ en un momento en el que al igual de que en otros lugares en Andalucía, y otras zonas de la península Ibérica, se está produciendo un proceso de vital importancia para el desarrollo y comprensión las sociedades de ese momento, que no es otro que la ‘Sedentarización’, esto es, la fijación de las poblaciones humanas a un territorio para la explotación agropecuaria, utilizando las técnicas que venían desarrollando desde hacia ya tiempo, comenzando la proliferación de los grandes asentamientos en superficie, quedando las cuevas relegadas a las actividades pastoriles, que bien se han mantenido prácticamente hasta la actualidad.
Por tanto es muy probable que a lo largo de los mil años siguientes, la pequeña comunidad neolítica asentada en El Torcal fue creciendo y de nuevo se expandió, ampliando su radio de acción cada vez más hacia el interior, y haciendo cada vez más uso del gran potencial agrícola que la fértil vega del Guadalhorce les ofrecía.
Por otro lado, una de las personalidades académicas más importante de la Prehistoria Reciente y más y mejor ha estudiado el Megaltismo, y cuyo nombre está íntimamente ligado a la investigación de los Dómenes de Antequera, el profesor Leonardo García Sanjuan nos relata como ese espacio de la vega antequerana que se abre al norte del Torcal de enorme potencial agrícola, regado por las aguas tanto del Guadalhorce como por el arroyo de La Villa, que nace en el manantial del Nacimiento, se constituye como ese “cruce de caminos” entre las principales rutas terrestres de Andalucía, como hemos descrito en la descripción de la Peña de los Enamorados. Por otro lado, la geología ofrece gran cantidad de recursos abióticos que en el Neolítico tuvieron un valor económico estratégico, -citados con anterioridad- el sílex, la similanita y la ofita y crucialmente, por añadidura, la sal.
El triunfo de un estilo frente al medio.
Allí, en la zona conocida como el Cerro Marimacho, en los alrededores de toda la Vega Antequerana, proliferaron los asentamientos en superficie y prosperaron las diferentes comunidades de pobladores del Neolítico Final, los primeros productores de alimentos. Las investigaciones más recientes señalan que se pueden establecer cronologías sobre el 4200 ANE para estos poblamientos en la vega antequerana varias comunidades importantes entre las que se estaban dando dinámicas sociales que propiciarían la monumentalidad jugando un papel importante en sus ideario y mentalidades.
En los últimos años se han realizado en el entorno de la Vega de Antequera, una serie de actuaciones arqueológicas motivadas en su mayoría por la construcción de grandes obras de infraestructuras, las cuales han permitido localizar toda una serie de yacimientos con estructuras excavadas en el sustrato geológico similares a las descritas en este trabajo. Es el caso de Cortijo Quemado, Cortijo de San Miguel, El Silillo o el localizado en el casco urbano de la población de Alameda. El yacimiento del El Comandante más al Oeste o el propio yacimiento de Cerro Marimacho adscritos por sus investigadores a una fase “Eneolítica”.
El caso del yacimiento de Arroyo del Saladillo, las obras del AVE en Antequera han descubierto un poblado de finales del Neolítico en el Arroyo del Saladillo, las dataciones señalan a una época de transición Neolítico-Calcolítico, con una extensión de 1.400 metros de diámetro y en el que han aparecido restos como un foso y silos. Los materiales que se han recuperado hasta el momento son: cerámicas decoradas y destinadas al almacenaje, preparación y consumo de alimentos, pesas de telar y toberas cuyo uso puede relacionarse con el desarrollo de una incipiente actividad metalúrgica. Saladillo aporta las tipologías características de un asentamiento agrícola con escasos materiales procedentes del exterior de la comarca de Antequera (hachas de doble filo. Azuelas, molinos de mano, morteros. También se ha documentado el empleo de “ocre rojo”, asociado a la ornamentación de las cerámicas y empleado dentro de ritual funerario. Se han encontrado tres idolillos de pizarra. Este yacimiento es uno de los hallazgos que, hasta la fecha, más luz arrojan sobre esta etapa en el interior de la provincia de Málaga. Por otro lado, las investigaciones realizadas entre 2005/ 06 en el túmulo y el propio dolmen de Menga han puesto de manifiesto en el propio cerro en el que luego se erigió Menga hubo una intensa actividad que ha quedado “fosilizada” en el túmulo del gran monumento megalítico en los momentos previos a su construcción, una actividad que podría haber incluido la ocupación del cerro como lugar de asentamiento, posible uso funerario, incluso su monumentalización con grandes piedras, mediante un posible ‘Cromlech’.
Además, éste es un momento en el que el segundo gran monumento natural de la región, La Peña de los Enamorados, ya parecía un importante símbolo social y cultural por su acusada silueta antropomórfica, y prueba de ello son las evidencias de finales del V milenio donde existía en el sector norte de La Peña un espacio de actividad muy relevante que incluía el santuario rupestre con arte esquemático de Matacabras y la zona de hábitat o reunión de Piedras Blancas I, donde recientemente se ha encontrado los restos de la construcción de un dólmen que se encuentra en plena fase de excavación y análisis.
Estos primeros poblamientos eran donde habitan estos hombres y mujeres que se enfrentaron a la tarea de las construcciones de las grandes piedras, fueron estos mismos los que se impusieron el desafío de transportar (a veces a través de distancias considerables) y levantar piedras de extraordinarios tamaños y pesos para monumentalizar sus espacios ceremoniales y funerarios, estaban, claramente, imponiendo un mensaje: un mensaje de poder, prestigio, presencia y permanencia con la idea fija de relacionar ese territorio con ellos mismos, para que permaneciera indisoluble esa relación de pertenencia a ese territorio, y ese territorio a ellos mismos. Ese mensaje, que aparecía escrito en una naturaleza, que les rodeaba y que les imbuyó una espiritualidad fruto del simbolismo que evocaban estos paisajes que para el ser humano era entonces mucho más salvaje y amenazador que ahora, este mensaje de autoafirmación lo proclama una especie que empezaba a tener conciencia de su existencia frente al medio al que desafía al lanzarse a la domesticación y conquista de la naturaleza. Es por eso que de la misma forma y con la misma inquebrantable Fe que los hombre del medievo milenarista elevaron sus templos románicos primero, y luego sus catedrales góticas, los hombre del Neolítico Final elevaron con las grandes piedras los dólmenes, esos megalitos, catedrales del Neolítico.
Como conclusión, en palabras del investigador profesor de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, Leonardo García Sanjuan, quien ha llevado a cabo la síntesis de estas investigaciones realizas entre 2005 y 2006, junto a la investigadora de la misma universidad Coronada Mora Molina y un nutrido grupo de investigadores multidisciplinares de varios centros universitarios, entre cronologías de 4200 y 3800 a.n.e., las sociedades tardo-neolíticas locales ya habían estado desenvolviendo gradualmente las dinámicas sociales de producción excedentaria, cooperación-competición y agregación, y además habían estado afinando los excelentes conocimientos técnicos de cantería e ingeniería que, unidos en un movimiento de fundamentos simbólicos (al igual que ocurrió en la Edad Media con el Románico y el Gótico -iglesias y catedrales-), darían lugar a una de las más sobresalientes creaciones de la historia de la arquitectura: el dolmen de Menga, y poco después el dolmen de Viera.
El conjunto Megalítico de los dólmenes de Antequera
Fue en Estambul, la mítica Constantinopla, donde a mediados de julio de 2016 durante la Asamblea General de la UNESCO que ocurrió el hito, se le concedía al ‘Sitio de los Dólmenes de Antequera’ (Málaga) el reconocimiento de Patrimonio Mundial. Tras esta declaración, el Sitio de los Dólmenes de Antequera. engrosa, la prestigiosa lista de sitios prehistóricos con este galardón uniéndose a Altamira (Santander) y Atapuerca (Burgos) formando en un triángulo con un marcado caprichoso vértice que señala el Sitio de Antequera.
La resolución de la UNESCO destacaba que los monumentos antequeranos ilustran el genio creativo y la originalidad de las concepciones y diseños constructivos de las sociedades neolíticas, entre las cuales las arquitecturas mantuvieron un estrecho “diálogo” con la naturaleza.
El dolmen de Menga
La construcción del dolmen de Menga debió tener lugar en un momento por ahora impreciso entre los siglos 39 y 37 a.n.e., esto se sabe gracias a las 86 diferentes determinaciones cronométricas científicas, realizas durante los trabajos de excavación entre los años 2005 y 2006, dataciones realizadas por radiocarbono y por luminiscencia por estimulación óptica, y otras más diferentes, frutos de los estudios finalizados y publicados en 2019. De esta manera se ha podido responder a la primera de las preguntas perentorias sobre el dolmen ¿Cuándo fue construido? Todo esto permite la inserción del dolmen de Menga en las dinámicas de su tiempo, esto es, el Neolítico final a lo largo del cuarto milenio a.n.e., un tiempo que podría denominarse fácilmente como el de las catedrales del Neolítico por el auge del Megalitismo.
Todo ello nos lleva a la siguiente pregunta ¿Porqué se construyó? Se han establecido varias hipótesis, desde continuación de la trayectoria de construcción de monumentos en piedra que las comunidades de la región habían seguido en los siglos previos. Otra posibilidad es que fuese resultado de algún suceso catastrófico, o evento de caracteres circunstanciales especiales, habiéndose apuntado a la posibilidad el desplome de la losa superior de la Cueva del Toro entre aproximadamente 4000 y 3800 a.n.e. que hubiese causado el abandono de la cueva de El Toro, en El Torcal, un lugar del que no cabe duda sería referente ancestral para todas las comunidades locales, una idea que sostiene el profesor Leonardo García Sanjuan y que relaciona con la práctica cultural de responder a ciertos desastres naturales mediante la realización de sacrificios o la erección de monumentos especiales está bastante bien documentada en la antropología cultural y la historia. En el caso de Menga, se trata de una hipótesis que está siendo objeto de investigación gracias al material extraído en las intervenciones, su estudio señala en esa dirección.
Menga es considerado un dolmen de corredor, conforme a la tradición atlántica de dolmen de galería cubierta, construido con grandes piedras verticales (ortostatos) y horizontales (cobijas). La magnitud del túmulo que, con un diámetro de 50 m, cubre con 3.000 m3 de tierra y rocas toda la construcción. En Menga se aprovechó un promontorio en el que se realizó, sobre la roca madre, una fosa ancha y alargada que en cuyo interior se irían colocando, verticalmente, los ortostatos; sobre ellos, y con posterioridad, se colocarían las losas de cobija y los pilares interiores. La distribución en la planta presenta un atrio seguido de un corredor terminado en una gran cámara de 5,7 m de anchura, con una la longitud total del conjunto alcanza los 27,5 metros, y una altura que oscila entre los 2,5 m de la entrada hasta los 3,45 m de la cabecera. Claramente, una dimensiones que demuestran fue concebido como el más grandioso monumento de su tiempo. El espacio interior del dolmen tiene un recorrido total de 24,5 m, delimitado por 12 ortostatos en cada lateral, una gran losa de cabecera al fondo y cinco cobijas o losas de cubierta y tres pilares situados estratégicamente entre las uniones de las cobijas.
Durante las excavaciones realizadas en 2005 se descubrió otro elemento de la arquitectura de Menga, se trata de un pozo de 1,5 m de anchura y casi 20 m de profundidad que alcanza hasta el nivel freático, ubicado detrás del tercer pilar, centrado en el fondo de la cámara. La relación que el pozo tendría en el conjunto del dolmen no está del todo clara, no se sabe cuándo fue abierto, las características de la hidrología del territorio, la posición donde se construye y características señalan que sus constructores, cuando fuera que lo excavaran, tuvieron intención éste formase parte de las prácticas rituales en el escenario del dolmen, como un elemento más en la arquitectura megalítica. La fuerte vinculación con el agua que el pozo confiere al dolmen evoca el complejo paisaje del agua en la región, que además adolece de la presencia de un importante fenómeno de salobridad, de manera que el agua del pozo de Menga apta para el consumo humano, y no salobre, le proporcionaba una mayor importancia.
Los campos visuales que ofrecen la orientación del pasillo del dolmen desde el interior siempre han sido fuente de admiración y debate tanto desde el fondo de la cámara y desde el primer pilar de esta construcción, se ha comprobado que el campo visual máximo de unos 11º en el interior de la cámara abarca exactamente la totalidad del desarrollo geográfico del macizo de La Peña de los Enamorados que tiene un eje máximo de más de 1.700 metros en su orientación general Noreste-Suroeste, y unos 8º grados desde el fondo ofreciendo unos 650 metros del desarrollo de la silueta de La Peña. Por otro lado, es particularmente importante es que la proyección del eje axial de Menga corta de forma casi exacta la ubicación de un santuario con arte rupestre descubierto al pie de ese farallón rocoso al Norte de La Peña de los Enamorados, un santuario denominado Abrigo de Matacabras con pinturas rupestres.
El diseño arquitectónico original de Menga incorporó la visión de La Peña y a su sector Norte, como formación natural llamativa y de su entorno paisajista, condicionó su singular orientación para apuntalar la materialización de la memoria colectiva de sus constructores, que integraron la sobresaliente formación rocosa de La Peña, junto a los signos grabados en el abrigo de Matacabras y la visibilidad-orientación de Menga, formando todo un discurso ideológico. La orientación axial del dolmen de Menga debe interpretarse como un acto de reconocimiento a la propia memoria cultural de sus constructores, de su pasado, es decir sus antepasados.
Proyectos de investigación del dolmen de Menga
Proyecto General de Investigación “Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga)” el conjunto megalítico antequerano, autorizado por la Consejería de Cultura en 2012 y actualmente vigente ha venido siendo financiado a través de dos proyectos del Plan Nacional I+D del Gobierno de España (“Naturaleza,Sociedad y Monumentalidad: Investigaciones Arqueológicas de Alta Resolución del Paisaje Megalítico de Antequera”, desarrollado entre 2014-2017, y “Biografías Megalíticas: El Paisaje Monumental de Antequera en Su Contexto Temporal y Espacial”, en desarrollo entre 2018 y 2021) y con numerosas aportaciones de otras instituciones colaboradoras como las universidades de Alcalá de Henares, Granada y Southampton (Reino Unido) o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El dolmen de Viera.
El dolmen de Viera considerado por sus características como un sepulcro de corredor que estaba formado por un pasillo de 21 m., aunque estudios señalan que esta longitud puede ampliarse a más de 22 m hacia el exterior, teniendo en cuenta la dimensión de la losa de cubierta de la cámara y la que probablemente tuviera cubriendo su acceso exterior. El corredor está segmentado en dos tramos, al final del cual se dispone la cámara de planta cuadrangular cuyo acceso es través de una puerta en una losa perforada, en la que eran depositados los cadáveres y sus ajuares.
Construido con grandes bloques de piedra, ortostatos y cobijas, presenta unas dimensiones de anchura inferior media, bastante regular, oscilando entre 1,30 m en sus tramos iniciales y 1,60 m en el tramo final que se corresponde a la cámara. Cada lateral del sepulcro debió estar formado por 16 losas de las que se conservan 14 en el lateral izquierdo y 15 en el derecho. La cabecera está compuesta por una sola losa. Se conservan 5 losas y fragmentos de otras dos pertenecientes a la cubierta, aunque es posible que hubiera 3 o 4 losas más. La altura interior media del sepulcro es poco más de 2 m. El material de piedra, según investigaciones analíticas del material lítico, procede de una cantera situada a unos 500 m de distancia, en el actual barrio de Los Remedios. Hay que destacar en el dolmen de Viera la perfección con la que están cortados los bloques de piedra.
El dolmen se cubre con un túmulo de 50 m. de diámetro, su orientación está hacia el sureste en un acimut de 96º, al levante de los equinoccio, sigue los patrones según las investigaciones del profesor arqueoastrónomo de la Universidad de Cambrige Michael Hoskin de los estándares europeos, de forma que permite se formule en los amaneceres de los equinoccios de primavera y otoño, y solo en esos dos mágicos días, para que los rayos del sol inunden su cámara sepulcral, hasta justo la entrada de la sella, cámara interior donde se halla la gran piedra labrada cuya apertura permite acceder a la misma. donde se encontraban los restos de los difuntos, señalando el camino de la vida hasta la oscuridad del camino de la muerte, en un acto tremendamente simbólico.
En el sepulcro de Viera se recuperaron algunos artefactos que pudieron haber sido parte de los ajuares allí depositados. Concretamente, nos referimos a un cuenco de cerámica, un vaso de piedra, un punzón de cobre, varias hojas y pequeñas herramientas realizadas en sílex (taladros y raspadores) y varias hachas en piedra pulimentada.
Para cortar y adecuar los ortostatos y cobijas de las grandes piedras de los dólmenes los hombres y mujeres prehistóricos aprovecharon las grietas naturales introduciendo en ellas cuñas de madera o de piedra, para después jugar con el contraste del agua fría y caliente sucesivamente provocando la dilatación y fracturación. A continuación se seguían clavando las cuñas cada vez más profundas hasta obtener el bloque de piedra. Estas losas eran sometidas luego a un proceso de factura y modelado con útiles de cantería, mazas de piedra, cinceles, etc. para su adaptación y encaje en el lugar correspondiente.
Secuencia de como pudo ser la construcción de los dólmenes
(extraída del documental Dólmenes de Antequera. MENGA Proceso de construcción)
El traslado, tarea complicada teniendo en cuenta el volumen de estos bloques de piedra, se presume que se realizó mediante un sistema de raíles, dispuestos con grandes troncos de madera, sobre los que se situaban otros en sentido contrario a modo de rodillo, untados con grasas animales. De esta forma conseguirían poder desplazar con habilidad y equilibrio el peso. Trabajaba toda la comunidad, hombres, mujeres y la fuerza animal, tirando con fuertes cuerdas y de modo organizado. No deja de sorprendernos el enorme esfuerzo destinado a ello. En este sentido se recomienda ver el audiovisual Menga. Proceso de Construcción que se proyecta en el Centro de Recepción.
Tholos del Romeral
En el tholos de El Romeral tenemos dos magníficos ejemplos de cámaras realizadas con la falsa cúpula, un recurso arquitectónico de enorme desarrollo técnico para la época. Exteriormente el túmulo de El Romeral no parece diferir mucho de Menga o Viera. Sin embargo, en su interior se constata que su construcción no es ortostática, sino de paredes y bóvedas de mampostería (las lajas de piedra se reservaron sólo para las cubiertas y puertas). La planta está distribuida en el interior por un largo corredor de 26 m configurado por dos largos testeros con un manifiesto vuelo o inclinación, da acceso, a través de una puerta muy elaborada, a una gran cámara funeraria. Se nos presenta como de uno de los espectaculares ejemplos del empleo de la técnica de falsa cúpula en la Prehistoria de la Península Ibérica. La planta de la cámara circular presenta un diámetro en la base de 5,20 m, mientras que el vano superior, cerrado por una laja de piedra, es mucho menor con tan sólo 2,20 m de diámetro máximo. Esto supone que el vuelo de las paredes curvadas presenta una desviación, con respecto a la vertical, de aproximadamente 1,5 m mientras que la altura total de la cámara ronda los 4 m.
Desviado unos 10º con respecto al eje longitudinal del sepulcro, desde la gran cámara se abre un pequeño corredor o pasillo, de construcción similar a la del gran corredor, que da acceso a una segunda cámara. Esta, aunque está también construida con la misma técnica de aproximación de hiladas, es considerablemente más pequeña que la principal. Tiene tan sólo 2,34 m de diámetro y su altura máxima es de 2,40 m. Por tanto, el vuelo que se observa en las paredes será de unos 70 cm, esto es, la mitad del que apreciamos en la gran cámara. Esta camarita tiene la peculariedad que el suelo de está ocupado, casi en su mitad, por una gran losa de caliza de 20 cm de espesor, que frontalmente parece fracturada y, en su fondo, se encaja en la pared.
El tholos del Romeral está orientado a un acimut de 199º, lo cual establece su mirada hacia El Torcal, hacia la mayor elevación del Torcal, el ‘Camorro de las siete mesas’ buscando la ‘Cueva del Toro’ lugar de donde provenían los ancestros de las comunidades que poblaron la Vega Antequerana. Además, el eje axial marcado desde el Torcal hacia el Tholos inserta a los túmulos de los dólmenes de Menga y Viera y continúa hasta la peña de los Enamorados, creando una línea de continuidad de todos los elementos, un detalle tremendamente simbólico.
El Dolmen de Piedras Blancas
El equipo científico dirigido por el profesor Leonardo García Sanjuan de la Universidad de Sevilla ha desvelado recientes novedades sobre la existencia del monumento megalítico muy antiguo gracias a sus excavaciones en el sitio de Piedras Blancas (Antequera, Málaga). Este monumento, unido al abrigo de Matacabras y sus pinturas rupestres, habría conformado un espacio sagrado para las comunidades neolíticas de la región, antes de que se construyera el gran dolmen de Menga. Estos hallazgos de gran trascendencia para entender los orígenes de los grandes megalitos antequeranos.
Así La Peña de los Enamorados tuvo un dolmen con uso funerario una estructura dolménica integrada en el afloramiento rocoso natural del sitio; mitad rupestre, mitad megalítica, donde queda demostrada una actividad funeraria y megalítica, y que puede corresponder a los ancestros de los constructores de los Dólmenes de Menga.
Todo ello ha sido posible gracias al inicio de acuerdo entre la familia Moreno-Gozálvez, propietaria de la finca, y la Junta de Andalucía, se han iniciado las excavaciones al pie del tajo «colorao». Este dolmen viene a complementar y a sumarse, formando parte de las investigaciones del Conjunto Megalítico de Antequera en proyecto ‘Biografías Megalíticas: El Paisaje Monumental de Antequera en su Contexto Temporal y Espacial’ el sitio de Piedras Blancas, en el sector norte de La Peña de los Enamorados descubierto en 2006 y luego explorado mediante prospecciones de superficie y geofísicas en 2013, se encuentra asociado al abrigo de Matacabras, ubicado en la base del farallón norte de La Peña, donde el equipo responsable de estos proyectos ha documentado y estudiado pinturas rupestres de estilo esquemático.
Tanto la zona de actividad de Piedras Blancas como el abrigo rocoso de Matacabras tienen una importante significación para entender la génesis y la biografía del gran dolmen de Menga, cuya orientación axial apunta precisamente a este sector de La Peña. En la entrada hay una clara disposición que corresponde a la entrada, orientada hacia el Este, como posible puerta, a través de una losa, y entre los dos ortostatos que delimitan la entrada, se ha descubierto una pieza, un elemento lítico, que sería según el citado profesor un ‘betilo’ que pretendería por la posición que ocupa una significación apotropaica -establece una protección simbólica al monumento-, como guardián o centinela de la estructura funeraria. Estos ‘betilos’ que por lo general son piedras poco elaboradas, talladas o trabajadas, guardando casi la forma natural suelen tener una forma cilíndrica o también troncocónica.
El museo del Sitio de los Dólmenes de Antequera.
Una de las grandes sorpresas de este año ha sido el Museo de Sitio de los Dólmenes inaugurado el pasado 16 de marzo de 2022. Situado en el Llano de Rojas, con una superficie de 4.300 metros cuadrados repartidos en dos niveles. La planta principal está compuesta por la Sala de Exposición Permanente “Antequera Milenaria”, que donde puede verse la temática sobre la Prehistoria de las Tierras de Antequera; la Sala de Exposiciones Temporales “Gómez-Moreno”, que denominada así en honor a este personaje clave en la puesta en valor de los Dólmenes, pensada para exposiciones sobre proyectos de investigación de la Prehistoria de Andalucía, y por otro lado tenemos el Salón de Actos “Manuel de Góngora”.
El Museo expone en las Salas Permanentes “Cosmovisión de los Dólmenes de Antequera”, donde muestra los principales valores que supusieron su declaración como Patrimonio de la Humanidad y que se completa con fotografías de Javier Coca y el busto del científico Michael Hoskin; y los “Hermanos Viera Fuentes”, en la que se puede visualizar, además del dolmen de Menga, la importancia del Dolmen de Viera y el Tholos de El Romeral y en la aparecen musealizadas las antiguas cancelas que había en los tres monumentos megalíticos que conforman el conjunto arqueológico: Menga, Viera y el Tholos de El Romeral.
En la planta sótano se alberga la Sala de Exposiciones Temporales “Muñoz Rojas”, preparada para la presentación de exposiciones vinculadas a la creación artística contemporánea relacionadas con la naturaleza y el paisaje; además del Centro de Documentación y Biblioteca Virtual de la Prehistoria de Andalucía “Antonio Arribas Palau”; el Aula “Luis Siret” y diversas áreas.
Bibliografía
- Las grandes piedras de la Prehistoria. Sitios y paisajes megalíticos de Andalucía / [editores, Leonardo García Sanjuán y Bartolomé Ruiz González ; autores, Leonardo García Sanjuán, Bartolomé Ruiz González … (et al.)].-
- Leonardo García Sanjuán y Coronada Mora Molina. Menga, templo neolítico a la Tierra. En la revista AH n.º 67. Enero 2020. Andalucía en la Historia. Edita: Centro de Estudios Andaluces.
- David García González et. al. vv. aa. MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 05. 2014. PP. 247-257. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA
- Coronada Mora Molina y Leonardo García Sanjuán. Intervenciones en los Dólmenes de Antequera (1840-2020). Una revisión crítica*
Websites
- El Neolítico, puerta de la civilización (RTVE LA 2) dirigido por Manuel Navarro y la Nave de Tharsis
- Antequera. Un imperio del neolítico. Arqueomanía
- Entrevista investigadores Cueva del Toro de Antequera. María Dolores Camalich Masseiu y Dimas Martín Socas
- El Dolmen de Menga. Últimas Investigaciones en un Gigante de la Prehistoria
- Dólmenes de Antequera. MENGA Proceso de construcción. (Video/Documental de Animación) realizado por BOSCO. Alberto Luque, basado en las conclusiones del Proyecto de Investigación Reconstrucción Arquitectónica y Paleoambiental de la Necrópolis Megalítica de Antequera, dirigida por J. Enrique Ferrer y otros.
- Wed de Mibitácoradehistoria.
- Web de Spanisharts.
- Argárica. Historia y Arqueología
- Universidad Digital. Universidad de Sevilla
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