El monumento a “Juan Breva”, una escultura pública de Jaime Pimentel.

Adolfo Gandarillas Cordero

Doctor en Historia del Arte e Investigador en la Universidad de Sevilla.

Agencia Andaluza de la Energía.

Málaga ha sido y es noble cuna de destacadas figuras del flamenco. Sin embargo, no es aventurado afirmar que, Antonio Ortega Escalona “Juan Breva” es el más grande cantaor que esta tierra ha dado a la historia.

Nació en Vélez-Málaga corriendo el año 1844, convirtiéndose en el tercer hijo de Juan Ortega y Ana Escalona. Sus setenta y cuatro años de vida, transcurrieron en el devenir una España compleja y convulsa. Vivió el reinado de Isabel II y la Revolución Gloriosa o Septembrina de 1868 que supuso el destronamiento y exilio de la monarca. Vería en su plena juventud el Sexenio Democrático, que experimentando con Amadeo I de Saboya (1871-73) inicialmente, o instaurando la Primera República (1873-74) después, terminaría fracasando por igual con ambas propuestas.

Desde entonces, y hasta el final de sus días, asistió a la Restauración borbónica, llegando, por cierto, a cantar para SS.MM. los reyes Alfonso XII y Doña María Cristina en el mismísimo Palacio Real de Madrid y a coincidir años más tarde en Málaga, con su sucesor Alfonso XIII.

Durante su juventud, y antes de profesionalizarse en el cante, se acercaba a Málaga desde su Vélez natal para vender fruta en los mercados de la capital, como hacían tantos campesinos de la Axarquía. Si la venta no era propicia, pregonaba su mercancía por las calles de la ciudad, desde la zona de El Palo hasta las malagueñas Atarazanas.

Así, lanzaría el pregón de las brevas de su pueblo. “¡¡¡Brevas de los montes / de Vélez Málaga / son las más dulces / las doy a probarlas ¡¡¡” 1.

Su nombre artístico “Juan Breva”, procede sin embargo de su abuelo Juan, ya que fue el instaurador de este pregón de las brevas que se sucedería en la familia2.

Igualmente, en Vélez-Málaga, entabló amoríos con Antonia Gálvez, la muchacha que acabaría siendo su esposa y madre de sus dos hijos. Su carrera y sus circunstancias le llevaron por distintos puntos de la geografía española, superando en éxito a artistas de primerísima fila como: La Trini, Don Antonio Chacón, La Parrala, La Rubia de Málaga, La Antequerana, Silverio Franconetti o la Niña de los peines.

Sin embargo, sería también en su Vélez-Málaga natal dónde en 1918 cumpliría su último contrato actuando en el Teatro Principal.

Su trayectoria vital y su carrera artística en el flamenco se ha tratado en numerosos artículos y en importantes biografías como las que citamos en nuestras notas. Sin embargo, hoy es otro el tema que concita nuestro interés y se convierte en objeto de este artículo.

El recuerdo, el homenaje y la memoria a la más distinguida figura del cante en Málaga, se ha ido refrendando con las calles que en esta ciudad y en su pueblo se le han dedicado, así como con la fundación en 1958 de una de las peñas más reconocidas del panorama flamenco, que lleva el nombre de “Juan Breva”.

Incluso, la Historia del Arte, cuenta con referencias a nuestro insigne cantaor como fruto de su máxima popularidad. Así, transmite el anecdotario, que el famosísimo pintor cordobés, Julio Romero de Torres, al ser preguntado por la profesión que le hubiera gustado tener de no dedicarse a la pintura, respondió tajantemente, “…hubiese querido ser… Juan Breva”.

Corría el año 1970, transcurridos más de cincuenta años tras su muerte, cuando se levantaba e inauguraba en la Plaza del Carmen de Vélez-Málaga, el monumento más conocido y representativo en honor al cantaor. No podría escogerse lugar más idóneo. Su pueblo natal, el hogar al que siempre volvía, y el escenario donde se despidió del flamenco para siempre.

Con la valentía y el talento que siempre caracterizaron a nuestro escultor, no dudó en asumir tamaño compromiso profesional. Jaime Pimentel había destacado ya en su primera exposición individual realizada en Madrid durante 1961, recibiendo desde ese momento importantes encargos para España y el extranjero.

Fue a partir de 1962, mientras ostentaba la alcaldía de Málaga D. Francisco García Grana, cuando Jaime Pimentel se convirtió en el escultor más popular de la ciudad. El abogado, Procurador en Cortes y Alcalde muy querido por los malagueños, encontró en el artista las manos y el talento que precisaba para uno de sus más ilusionantes proyectos personales, dotar de imagen e iconos propios a la capital de la Costa del Sol.

García Grana le encargó a Pimentel una escultura tipo trofeo con la que obsequiar a los invitados más ilustres del Ayuntamiento malacitano. Fue ese el origen de “El Cenachero” que más tarde, en 1964, adquiriría tamaño y dimensión para habitar la malagueña Plaza de la Marina convirtiéndose desde entonces en la imagen más representativa y universal de Málaga. Postales, fotografías, y todo tipo de objetos y recuerdos, reprodujeron su forma, y hoy día se reparten por el mundo entero como jalones eternos de Málaga.

Pocos sabrán, sin embargo, que un idéntico Cenachero realizado igualmente por Pimentel, preside la plaza de Málaga en Mobile, ciudad marítima en el sur de Alabama cuyo puerto es uno de los más importantes y activos de Estados Unidos. Ello, fue consecuencia del hermanamiento celebrado entre la citada localidad y Málaga, que culminó el 23 de febrero de 1965. Este hito, por cierto, se fraguó como fruto de la relación que históricamente tuvieron esta región americana y el general malagueño de Macharaviaya Don Bernardo de Gálvez, uno de los colaboradores fundamentales para la consecución de la independencia de los Estados Unidos y que también esculpiría Pimentel muchos años más tarde.

Todo ello conformaba parte del destacado currículum del escultor. Por tanto, ya en los años 1970, Jaime Pimentel, se había consagrado tanto internacionalmente, como en Málaga, dotando a la ciudad de reconocidísimas esculturas que, con el carácter de urbanas, se convirtieron de inmediato en los más populares iconos malagueños. Así, al Cenachero, pronto se le unieron “El Biznaguero”, “La Niña de Lagunillas” (desaparecida), “Las Gaviotas del auditorio Eduardo Ocón” y “El Burrito Platero” que se disfrutan en el Parque de Málaga.

Su trayectoria le avalaba y la autoría de Jaime Pimentel suponía para los comitentes el espaldarazo mediático y de calidad artística a sus proyectos. En el caso de la escultura de “Juan Breva” el punto de partida para la mímesis del modelo ya era complejo en su concepción. A día de hoy, solo se conocen siete fotografías del cantaor3 y en algunas de ellas aparece acompañado de otros artistas. Por aquellos entonces (1970) debía conocerse solo una, puesto que así lo refiere el periodista malagueño y académico Julián Sesmero en uno de sus artículos4 sobre la inauguración del monumento y por que, en palabras del escultor, fue el único material que le aportaron para el encargo, exigiéndole la mayor fidelidad posible al documento gráfico.

Pimentel hizo diversos estudios previos en dibujo y barro hasta conseguir la aprobación final de los contratantes. Posteriormente, durante la ejecución, además de apoyarse en la instantánea, recurrió también al entonces cartero de Almayate, que le sirvió como modelo para la realización del cuerpo del cantaor, ya que presentaba hechuras similares a las que se retrataban en la fotografía.

Fue arduo el trabajo, y como recuerda el escultor en alguna de nuestras charlas, tuvo dificultades para mantener en su posición el brazo izquierdo del artista y el mástil de la guitarra mientras secaban el barro primero y la escayola del molde después5.

Para la realización de los moldes contó con la asistencia de José Gutiérrez, un especialista procedente de Madrid, experto en el sacado de puntos en piedra y madera, así como en la realización de negativos para fundidos. “Pepe Gutiérrez” fue durante años un habitual colaborador del taller de Pimentel.

El proceso escultórico continuó con el traslado de los moldes a Madrid, allí se realizaría el fundido en bronce en los talleres de Codina. Esta fundición con la que Pimentel ha trabajado toda la vida tuvo sus orígenes industriales en 1891 culminando como la actual “Fundición Codina Hermanos” y habiendo servido con más de 12.000 toneladas de bronce al arte de más de 750 escultores6.

Mientras se realizaba la obra, en el Ayuntamiento de Vélez-Málaga se discutía el lugar más apropiado para su ubicación. Una comisión presidida por el alcalde de la localidad debatió con no pocos desacuerdos este aspecto. La mayoría aprobó, siguiendo la concepción original del proyecto, que el lugar idóneo fuera “al final y en lo alto del Paseo Nuevo”, pareciendo para otro importante grupo de personas que el sitio carecía de prestancia y de visibilidad, por encontrarlo encerrado y apartado7. En definitiva, el monumento hoy ocupa la misma ubicación en la que se asentó originalmente, la Plaza del Carmen.

Aportando más datos, es justo recordar que la financiación de la obra corrió a expensas de una suscripción popular, convirtiendo a este “Juan Breva” de bronce en algo propio y personal de la gente de su pueblo. Todos se volcaron con el proyecto, e incluso el Arte se conjuró de nuevo para contribuir a su buen fin, así se configuró la Exposición de Pintura Pro-Monumento a Juan Breva, organizada por la Peña Flamenca de Vélez-Málaga, en 1969 contando con obras de numerosos e importantes pintores.

Llegado el día de su inauguración, el 30 de mayo de 1970, se celebró en la Plaza que acoge el monumento un acto solemne y multitudinario al que acudieron diversas personalidades y en el que intervinieron: José Méndez Hoyos, presidente de la “Peña Flamenca de Vélez-Málaga” que pregonó lo mucho que su pueblo debía al “Breva”; José Luque Navajas, presidente de la “Peña Flamenca Juan Breva” que animó a la investigación del cante y la biografía del cantaor veleño; Antonio García Rodríguez Acosta, director general del Instituto Español de Emigración quién descubrió la escultura, y el poeta Federico Muelas que cantó con sus versos las grandezas de su figura flamenca.

Jaime Pimentel, se hizo acompañar de su familia y amigos más allegados recibiendo el apoyo, el aplauso y la felicitación unánime de las autoridades y de los veleños, que eran, finalmente, los comitentes de la obra y a los que pertenecería para siempre desde ese mismo instante.

Si se mira y admira la escultura, es fácil encontrar en ella la impronta y la sinceridad de Pimentel, la pincelada escultórica a la vez que la escultura pictórica. Ello será huella continua en la producción de Pimentel, fruto de su dominio magistral del dibujo y del modelado. La fusión de estos talentos en su técnica escultórica se convirtió en uno de los marchamos personales y diferenciales de sus obras.

Este “Juan Breva” muestra con evidencia el trabajo virtuoso y duro que exigió. Cada manipulación y caricia del barro original están plasmadas en el modelado de la silla de enea, en el de las ropas y sus pliegues, en el de la guitarra… Todo ello, conjurado para embriagarnos de certeza y veracidad, de realismo sí, pero consiguiendo para la obra el aura y majestuosidad que le otorgan la categoría de monumento y el poder de transmisión de la grandeza biográfica del personaje.

La escultura de Juan Breva se presta a un diálogo continuo con la luz. Los efectos de sombra, vida, ocaso, alegría y silencio que consigue la obra de Pimentel en las distintas horas del día, según avance el sol, dan vida constante al cantaor, que, sentado en su trono de enea mira desafiante a la Torre de Vélez, abraza presto su fiel guitarra y desgarra su garganta como rey del flamenco.

Es este mismo bronce el que perpetúa al artista, al hombre, al que fuera amigo de Alfonso XII y de su hijo Alfonso XIII, de Rubén Darío, del tenor Julián Gayarre, y de los flamencos y personalidades más importantes del momento. Es este el mismo bronce que a la vez nos muestra al cantaor en su verdad y al humilde campesino que se hace valiente bastándose de su soledad para acompañarse a la guitarra y parir el flamenco con el que conquistó el mundo.

Todo ello puede vivirse y percibirse en mayor medida cuando se conoce el proceso inmersivo de estudio, de información y de acopio de datos al que se somete Pimentel para la realización de cada una de sus obras. Todas sus esculturas son el resultado del profundo análisis de su iconografía, del personaje o la idea que quiere representar y de la depurada técnica con la que termina siempre venciendo al tiempo y a la gravedad.

Hoy, medio siglo después de su realización, Juan Breva sigue vivo en su pueblo y versos de Lorca le rinden tributo en el pedestal de su escultura. Por tanto, igualmente, es de recibo que los amantes del flamenco y del arte conozcan con detalle al escultor que le dio vida y los entresijos de aquel proyecto.

Como ocurre muchas veces en España con alguno de sus hijos sobresalientes, este grande del cante moriría en la más triste y absoluta miseria. Ello fue un 8 de Junio de 1918.

Su entierro, costeado mediante una colecta y con la venta del alfiler de oro que le había regalado el rey Alfonso XII, tuvo lugar en el malagueño cementerio de San Miguel.

Asistieron compañeros y paisanos. Allí se dieron cita cantaores como El Perote, El Niño de las Moras, Antonio Vargas, Juan Padilla… y los tocaores Carlos Sánchez y El Caldero.

Con el tiempo, “el Breva” sufrió, además, la condena del más oscuro olvido, llegando incluso a extraviarse sus restos mortales por la confusión de su nombre real con el artístico.

Sin embargo, su Vélez-Málaga natal, el recuerdo de sus gentes y las virtuosas manos del escultor Jaime Pimentel lo elevaron a la gloria y le resucitaron para siempre.

Referencias:

  1. ROJO GUERRERO, Gonzalo: Juan Breva: Vida y obra. Fundación Unicaja. Málaga 2015. (Gonzalo Rojo Guerrero es periodista, profesor y Premio Nacional de Flamenco).
  2. BERJILLOS GÁLVEZ, Miguel: Vida de Juan Breva. Málaga 1976. Autor-Editor.
  3. CHAVES ARCOS, Rafael: ¡Qué grande fuiste Juan Breva! Málaga 2018. Editoriales diversas. 
  4. SESMERO RUIZ, Julián: “Quedó inaugurado en Vélez-Málaga el monumento a Juan Breva”. Málaga 31 mayo 1970. Disponible en:
  5. Se aporta fotografía del archivo personal de Pimentel, en la que se aprecia el tutor que mantienen el brazo y da soporte a la estructura.
  6. Datos que se desprenden de la Asociación Española de Pintores y Escultores.
  7. Nota de prensa, disponible en:

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