
Gracia Melero Sánchez
Servicio de Industria y Minas
Delegación Territorial de Granada
Consejería de Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades.
TRANSFER IA: Diario de a bordo hacia el conocimiento compartido, navegando con la Inteligencia Artificial
Capítulo 1 — El Encuentro de Cazorla: levamos anclas
Cuaderno de bitácora, entrada del 27 de enero de 2025. Coordenadas: Puerto de embarque. Altitud: entusiasmo.
“Hoy comienza todo. Nos hemos reunido en un rincón sereno y poderoso de la Sierra de Cazorla. Aún no sabemos cómo, pero intuimos que podemos cambiar algo importante: cómo se transfiere el saber en la Junta de Andalucía. No queremos dejar conocimiento atrás. Queremos que viaje, que perdure. Y si la Inteligencia Artificial puede ayudarnos, aprenderemos a navegar con ella.”
Allí, en la VIII edición del Programa Embajadores y Embajadoras del Conocimiento, se conocieron las piezas clave del futuro proyecto. No eran especialistas en lo mismo, ni hablaban desde la misma experiencia, pero compartían una misión.
El equipo se formó sin jerarquías, como los buenos grupos de exploración: cada cual traía sus herramientas, su mirada, su forma de entender el viaje. Algunos ya veían con claridad el faro de la IA. Otros aún dudaban de cómo nos iba a ayudar a capturar aquello que es tan humano como lo es el conocimiento.
Capítulo 2 — Trazando el mapa, reuniendo la tripulación
Diario de a bordo, entrada del 28 de enero de 2025. Estado del mar: moderadamente agitado. Emoción estable.
“Zarpamos con un equipo diverso, como debe tener toda buena tripulación. El viento soplaba a favor: ideas nuevas, compromiso y esa mezcla de entusiasmo e incertidumbre que sólo aparece cuando se navega hacia territorios inexplorados. Nuestra brújula: la inteligencia artificial. Nuestro destino: preservar el conocimiento público y hacerlo accesible para quienes aún no habían llegado.”
Raúl fue el primero en detectar la complejidad del rumbo técnico. Sus conocimientos informáticos nos ayudaron a entender que documentar código, procedimientos o entornos digitales no era tarea menor. Señaló riesgos ocultos bajo la superficie, como que nos perdiéramos en las aguas infinitas de la IA y no supiésemos llegar a buen puerto.
Salomón, farmacéutico acostumbrado a manejar grandes volúmenes de información en salud, era el maestre en big data. Nos recordó que los datos, bien tratados, no solo orientan: deciden. “A veces, cuando el mar de datos se agita, es fácil perder el norte.”
Inés, la brújula emocional. Psicóloga con mirada sistémica, señalaba que no todo lo que se sabe se dice, y que no todo lo que se dice se retiene. Hablaba de confianza, de pertenencia, de la necesidad de crear vínculos antes que archivos.
Fran, marinero experimentado en recursos humanos y anteriores misiones, se encargó de la pedagogía de la travesía. Era el traductor oficial entre los saberes de los veteranos y las expectativas de los recién embarcados.
Javier, ingeniero, hizo lo que todo buen oficial de puente haría: asegurar que el barco no solo flotase, sino que la misión pudiese continuarse con otros barcos. “Esto que estamos haciendo debe poder replicarse cuando se lo contemos a otras tripulaciones en la taberna del puerto”, repetía.
Gracia, con formación en organización industrial, trajo mapas mentales, planificación y estructuras. Para ella, el conocimiento no debía quedarse en la memoria del experto, sino transformarse en algo reutilizable y que además la travesía fuese ágil y agradable para los pasajeros.
Y así fue como empezaron a construir, además de un modelo, una visión.
“Hoy terminamos el primer esbozo de nuestro mapa. No está completo, pero tiene sentido. Sabemos hacia dónde queremos ir. Sabemos que la IA no sustituye a nadie, pero puede ayudarnos porque es una herramienta con un potencial inmenso.”
Capítulo 3 — Navegando con IA: cartas náuticas para el conocimiento
Cuaderno de navegación, entrada del 15 de febrero de 2025. Viento a favor: innovación. Marea variable: dudas tecnológicas.
“Toda embarcación necesita revisar sus cartas antes de salir a alta mar. Nosotros teníamos una: la metodología TRANSFER. Clara, útil, pero con algunas zonas por cartografiar mejor. Decidimos no inventar un nuevo mapa, sino mejorarlo. Nuestro objetivo era uno: facilitar que quien tiene el conocimiento pueda compartirlo de forma natural, sin naufragar entre formularios y metodologías.”
Fue entonces cuando trazamos la primera remodelación: revisar el cuestionario original. Observamos que, aunque completo, podía resultar complejo para alguien no habituado a documentar su saber. Había que hacer el proceso más ágil, intuitivo, humano. Más cercano a cómo pensamos y hablamos… menos rígido:
“¿Y si, en vez de escribirlo todo, simplemente lo contáramos? Como si dejáramos un mensaje en una botella para quien venga después”
La idea, como un viento de levante, consiguió hinchar la vela mayor, dando una nueva velocidad a la nave. La herramienta clave apareció clara como el horizonte despejado: grabar a quien conoce el puesto, dejando que explique, que cuente, que reflexione en voz alta… como si hablara con un amigo.
Pero grabar no era suficiente. Había que transformar esas palabras habladas a texto y luego en conocimiento estructurado, sin que la persona tuviera que transcribir. Ahí es donde las corrientes de la inteligencia artificial empezaron a impulsarnos con fuerza.
Interpretando el viento: Deepgram
Deepgram fue nuestra primera gran aliada. Una tecnología de IA capaz de transcribir con precisión conversaciones habladas. Detecta acentos, entiende pausas, recoge matices. Era como tener un vigía que no sólo escucha las palabras sino que es también capaz de registrarlas.
Gracias a ella, cada grabación se convertía automáticamente en texto. Y ahí empezaba la siguiente etapa: cruzar esas aguas bravas de contenido sin ordenar. Entramos en el mar del procesamiento del lenguaje natural, donde había que saber leer las corrientes de significado entre miles de palabras.
Bitácora técnica: instrumentos de navegación digital
En esta fase fuimos incorporando instrumentos de navegación digital avanzados:
- Tokens, como los granos de arena en una playa: eran las unidades mínimas de lenguaje que la IA interpretaba. Saber dividir, contar y analizar estas pequeñas piezas fue crucial para que el sistema no se perdiera en la marea verbal.
- Deep Learning, nuestro timón inteligente: la IA no solo transcribía, sino que hallaba patrones en lo que decíamos. Detectaba cuándo se hablaba de funciones, de problemas, de habilidades… y comenzaba a organizar.
- Prompting, la carta de navegación: es el arte de dar instrucciones claras a la IA. Cuanto mejor formulada está la orden, más precisa será la respuesta. Un buen prompt orienta el rumbo del modelo y evita perderse en respuestas vagas o genéricas.
- Automatizaciones, nuestras velas: diseñamos flujos que conectaban grabación, transcripción, análisis y maquetación. Lo que antes era un proceso lineal y lento, ahora era un circuito eficiente.
- APIs, los amarres entre plataformas: logramos que herramientas distintas (formularios, grabadoras, IA) se entendieran entre sí, como una tripulación bien coordinada.
“Sabíamos que todo esto debía servir también a otros barcos. Así que creamos una figura, un copiloto de conocimiento: ConoXIA. No es sólo una IA. Es un GPT, una inteligencia asistente entrenada para comprender cómo funciona la Junta, el programa de Embajadores, cómo se piensa desde lo público, y cómo ayudar a quienes quieren capturar y transferir saberes antes de que se pierdan por la borda.”
ConoXIA se convirtió en una compañera de viaje para cualquier equipo que quiera utilizarla en la transferencia de conocimiento dentro de la administración pública. No sustituye el saber humano, lo organiza, lo estructura y lo potencia.
“¿Quieres probarla? Recuerda que esta herramienta te ayuda, pero puede equivocarse. Tómate un momento para revisar la información”:
https://chatgpt.com/g/g 67c893ec796081918ae6e8d47af66f30-conoxia
Capítulo 4 — Aprendizajes y tormentas: cuando el mar no siempre está en calma.
Bitácora de a bordo, entrada del 15 de marzo de 2025. Corrientes cruzadas: Integración compleja. Posibilidad de escollos no visibles.
“No toda travesía es plácida. A veces el mar se encrespa, los instrumentos fallan o hay que arriar las velas en plena tormenta. Pero es ahí donde una tripulación se pone a prueba. Y nosotros, en esta parte del viaje, aprendimos más que en días soleados.”
Cuando comenzamos a probar herramientas, sabíamos que la IA necesitaba una cubierta sólida donde apoyarse. Y ahí entraron en juego aplicaciones como Make y Jotform. La primera, como un sistema de poleas invisibles que conectaba plataformas y automatizaba procesos. La segunda, como una forma intuitiva de construir formularios y recogida estructurada de información sin necesidad de programar.
Make y Jotform son ejemplos de aplicativos fáciles de desplegar, accesibles, y muy útiles para quienes se inician en este tipo de proyectos. Son herramientas parcialmente gratuitas, con gran potencial para experimentar y escalar después. Si alguien quiere probar a navegar con IA, estas son excelentes compañeras de primeras travesías.
“Decidimos dar un paso más: crear nuestra propia plataforma web para gestionar todo el flujo de transferencia del conocimiento.”
Queríamos que todo estuviese integrado: desde la grabación hasta la generación del manual, pasando por análisis automático y revisión asistida mediante Perplexity.
Pero programar requiere paciencia, ajustes, testeo constante y la certeza de que lo que hoy funciona, mañana puede fallar. Trabajamos en ciclos, repitiendo partes del código, afinando formularios, mejorando la experiencia de uso. El desarrollo continúa, pero la visión está clara: una solución digital robusta, accesible y escalable para que cualquier unidad pueda aplicar TRANSFER IA sin depender de recursos externos.
Un cambio en el guion: del vídeo al relato
La metodología TRANSFER original contemplaba tras el primer paso del formulario, la realización de un vídeo breve explicativo del puesto. Sin embargo, en nuestra navegación descubrimos una alternativa más rica y directa: las entrevistas de salida.
En lugar de preparar un discurso, pensamos que la persona que deja el puesto contara su experiencia con naturalidad. Se grabarían entrevistas donde una persona hablara con otra de su día a día, consejos, errores comunes y claves para quien ocupara su lugar.
Estas entrevistas, más espontáneas y cercanas, reducen la carga de la transferencia al participante, y al mismo tiempo aportan un testimonio valioso y real, más útil para quienes llegan. Además, pueden complementarse con transcripciones, análisis y generación de documentos automáticos a través de IA.
“En tiempos de cambio, lo importante no es evitar las tormentas, sino aprender a navegar en ellas. Cada herramienta, cada línea de código, cada iteración es parte del viaje.”
Capítulo 5 — Rumbo al futuro: de la idea al sistema escalable
Diario de a bordo, entrada del 10 de abril de 2025. Latitud: visión compartida. Longitud: voluntad de permanencia.
“No hay nada más poderoso que partiendo de una idea lograr que se convierta en una realidad. Lo que empezó como una mejora del formulario TRANSFER, hoy apunta a convertirse en una plataforma viva, capaz de crecer, adaptarse y servir a toda la organización. La inteligencia artificial no es el destino. Es el motor que puede impulsarnos más lejos.”
Pero en nuestra travesía no navegamos solos, la Junta de Andalucía ha trazado ya una carta náutica de gran calado: la Estrategia Andaluza de Inteligencia Artificial 2030, una hoja de ruta que sitúa la IA como palanca de innovación y servicio público. En ella, se destaca el uso responsable y orientado al bien común, de estas tecnologías, priorizando áreas como la educación, los servicios sociales y —como en nuestra misión, situando la inteligencia artificial como aliada estratégica para preservar, compartir y multiplicar el saber público.
Nuestro siguiente gran paso es conseguir pasar de una versión en local a un entorno web online, estable y accesible, una herramienta escalable y quién sabe si de un futuro uso generalizado en la Junta de Andalucía. Actualmente, nos encontramos en pleno desarrollo de la fase beta, una etapa viva y en evolución que ya permite explorar su potencial real. Una plataforma donde cualquier unidad pueda iniciar su proceso de transferencia con acompañamiento digital, sin depender de desarrollos técnicos externos ni plantillas estáticas.
La visión es clara:
- Que la persona grabada simplemente cuente lo que sabe.
- Que la IA transcriba, interprete y organice esa información.
- Y que, en pocos pasos, se genere un borrador completo del manual práctico del puesto, siguiendo la metodología TRANSFER.
Será como tener un taller de conocimiento automatizado, pero con alma humana.
En un contexto de relevo generacional, concursos de traslados y digitalización, creemos que esta herramienta no solo será útil: será esencial.
¿Y si tu equipo pudiera generar su propio manual práctico del puesto en cuestión de horas, sin necesidad de empezar desde cero?
Ese es el rumbo. Esa será la recompensa del uso reiterado del TRANSFER IA.
Cuaderno de bitácora a día de hoy. Brisa sostenida. Nubes altas con claros prometedores. Rumbo: construyendo una forma distinta de compartir saberes.
“No sabemos quién leerá este diario de a bordo. Tal vez alguien que acaba de incorporarse a un nuevo puesto. Tal vez quien aún duda de si la IA puede aportar algo en su equipo. O quizá una persona como fuimos nosotros al comenzar: llena de preguntas, de ganas y de dudas.”
Hoy, al mirar atrás, no vemos un experimento: vemos una forma distinta de cuidar el conocimiento público. Una forma que combina lo humano y lo tecnológico. La experiencia y la innovación.
Porque el conocimiento que se guarda, se olvida. El que se comparte… se multiplica.
Y eso —más allá de la IA, de los formularios, de las entrevistas—, es el verdadero legado de TRANSFER IA.
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