El profesional silencioso: Seguridad Privada en la Administración Pública Andaluza.

Vanessa Iglesias de la Poza

Directora de Seguridad, Perito Judicial, Docente y Detective Privado.

Cuenta con 23 años de experiencia en el sector, siendo experta en Planes de Autoprotección y Emergencias y colaboradora del Equipo de Seguridad de la Casa Real.

Quizás alguna vez os habrá llamado la atención que en nuestra Administración Pública -no solo en la andaluza- cada vez sea más frecuente la presencia de la Seguridad Privada en ámbitos que tradicionalmente habían sido competencia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Así, es ya habitual ver a Vigilantes de Seguridad, Escoltas y Directores de Seguridad Privada desempeñar funciones que hasta no hace mucho, eran competencia de la Guardia Civil y la Policía Nacional.

Buenos días Vanessa. Queremos agradecerte que hayas accedido a darnos esta entrevista.

Es un verdadero placer colaborar con vuestra revista. Desde hace algún tiempo he tenido la suerte de poder acceder a su contenido. Os agradezco mucho que me deis la oportunidad de dar visibilidad a nuestra labor, a veces desapercibida. Es algo que agradezco sinceramente. 

¿Por qué piensas que vuestra labor pasa desapercibida? 

La verdad es que el gran público ignora hasta qué punto colaboramos con los Cuerpos de Seguridad, Emergencias y Protección Civil, trabajando codo con codo en la lucha por un entorno más seguro, integrados en todo tipo de Organismos Públicos, semipúblicos, Empresas Estatales o Autónomas y Agencias Administrativas. Somos esa gran desconocida, para muchos ojos que sólo quieren ver un uniforme, y a veces hasta una molestia innecesaria, sin realmente conocer el gran trabajo profesional y la vocación de servicio que hay detrás de todos mis compañeros. A veces pasa inadvertido el empeño de nuestra labor para que prevalezca el buen ritmo del trabajo de aquellos a los que servimos, pues nuestro trabajo es silencioso y de actuación rápida.  La verdad es que -desde la atalaya de mi experiencia- puedo decir con orgullo que somos una seguridad cada vez mejor preparada y con más recursos para servir al ciudadano. La mayoría de las personas no sabe que somos profesionales regulados y habilitados por el Ministerio de Interior, con una rigurosa formación y seguimiento por parte de las Unidades de Seguridad Privada de Policía Nacional, gestionados en materia de armamento por la Guardia Civil, y colaboramos desde hace tiempo con el Ministerio de Defensa a bordo de buques en zonas de conflicto portando armamento de guerra. Nos sentimos orgullosos de ser parte de una seguridad privada con más especialidades que nunca y en constante formación y desarrollo. 

¿En qué entornos has trabajado, y cuál te ha parecido más interesante?

Buena y difícil pregunta. Empecé como Vigilante de Seguridad y solo con formación y esfuerzo he ido aumentando en responsabilidades y escalafón con el paso del tiempo, por lo que puedo decir que conozco la profesión “desde abajo”, y  posiblemente tenga una muy buena visión de conjunto de nuestras tareas. He desempeñado funciones en Infraestructuras Críticas, eventos públicos de gran magnitud -especialmente deportivos-, aeropuertos, juzgados, centros penitenciarios, Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes, edificios patrimoniales de administración, Centros de Menores, instalaciones sanitarias y farmacéuticas (especialmente durante la pandemia), telecomunicaciones y varios organismos públicos. 

Quizás uno de los más difíciles e intensos haya sido en el de Violencia de la Mujer.  En ocasiones tienes que hacer de  psicóloga (muchas veces eres la primera cara que les atiende), detener o expulsar del Centro a agresores, avisar y coordinarte con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, transmitir calma, empatía y comprensión. Esto último, y especialmente en casos en los que hay menores involucrados, tienes que ganarte su confianza y ser una persona lo más cercana posible, para mostrarles que no tienen nada que temer, que estamos ahí para ayudarles y protegerles, y que no les va a pasar nada ya que estamos de su lado. A veces también he tenido que atender a personas en pleno ataque de ansiedad, que al verse perseguidas o amenazadas, buscaron amparo y protección en los Centros. Te ven entonces como un Ángel Guardián, cuando realmente somos personas normales, con nuestros defectos y miedos, como todo el mundo. 

Otro entorno difícil, pero también una gran escuela, fueron las instalaciones de RENFE. Correr tras delincuentes por hurtos y ponerlos a disposición de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, ayudar a pasajeros desorientados, controlar accesos, detectar armamento, objetos punzantes o explosivos en los equipajes gracias al escáner de rayos X, te hace agudizar la observación y detectar en algunos comportamientos señales sutiles de una ocultación o posible actuación delictiva. En el mundo ferroviario, además, asistes a viajeros en los peores momentos de sus vidas, donde el pánico es muy contagioso, como durante el triste 11-M, en el que se tuvo que hacer un trabajo rápido y efectivo desalojando trenes y estaciones, ayudando a funcionarios, equipos de seguridad y emergencias -en ese momento sobresaturados y desbordados- y donde todos a duras penas y poco a poco, íbamos asimilando la magnitud de lo que estaba pasando. Esa actitud psicológica requiere siempre grandes dosis de autocontrol para calmar a los viajeros, como en este caso, ante una noticia que se propagaba con rapidez y donde la preocupación aumentaba por segundos -la nuestra también- en progresión geométrica. 

Me llama la atención el enfoque psicológico que das cuando hablas de una intervención. ¿Estáis acostumbrados a trabajar bajo presión? 

Sí, sin duda. Forma parte de nuestro ADN. Recuerda que nosotros somos los que corremos en sentido contrario al de la gente; acudimos al sitio de donde todo el mundo huye, y ahí nuestra misión es transmitir la mayor de las calmas, y eso aunque bajo el uniforme también estemos temiendo por nuestras vidas y pensando si volveremos a ver a los que nos esperan en casa. Porque cuando el pánico explota, lo siguiente es el caos: avalanchas, vandalismo, agresiones… En esos momentos sale lo mejor y lo peor de cada ser humano. Quiero destacar en este sentido que formamos parte de los equipos de intervención y emergencias, allí en los lugares donde prestamos nuestros servicios, y estamos entrenados para poder atender al público en primera línea. En especial y en lo que respecta a avisos de bombas y amenazas terroristas, existen procedimientos rigurosos, planificados, estudiados y entrenados, donde la base se sustenta en trasladar al ciudadano la mayor tranquilidad. Estamos formados en todas estas lides, siendo la más importante la preparación psicológica, aunque la verdad es que como pasa en muchos otros ámbitos profesionales -en la Administración Pública me consta que también- a veces tenemos que formarnos por nuestra cuenta, por los ciudadanos y por nosotros mismos, sufragando de nuestro bolsillo.

Antes hablabas de los que nos esperan en casa. Lo dices en un tono especial. ¿Por qué? 

La familia es nuestro gran punto de apoyo, a veces la única constante en nuestras vidas. Normalmente no podemos compartir lo que en algunos casos sentimos y vivimos, pero sabemos que gracias a Dios siempre están ahí. Sabemos también que a veces sufren cuando se enteran -no de todo por supuesto- del lado oscuro del ser humano con el que a veces tenemos que lidiar en nuestra profesión, ya sea en alguna intervención o cuando tenemos que prestar servicio en lugares ingratos y penosos Y también les repercute cuando les sometemos a la disciplina de nuestro trabajo a turnos, cambios de servicio a última hora, trabajos en fin de semana o ritmos circadianos imposibles en el trabajo nocturno. Algunos compañeros han dejado la profesión solo por privar de esto a sus familias.

¿Algo más que quieras comentarnos antes de terminar esta pequeña entrevista? 

Quizás tan solo y para terminar, hacer hincapié en dar a conocer a las Administraciones y empleados públicos a los que servimos, que también en nuestra pequeña y humilde parcela ayudamos a las personas – desde orientar a alguien que busca una dirección hasta salvar una vida aplicando una RCP-, pues nuestra razón de ser es servir a las personas y proteger su integridad, velando para que no les pase  nada. Hoy en día contamos con más medios y mucha formación para poder desarrollar una profesión que crece a pasos agigantados, y en la que el silencio, la discreción y la dedicación, son nuestra mayor virtud. 

Y a cambio, tan solo os pedimos que cuando os vayáis a casa, nos dediquéis un simple “Gracias. Hasta mañana y buen servicio.”

 

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