Page 777 - El Programa de Medidas Agroambientales en la provincia de Huelva
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La verdad es que la aparición de la E.E.B., y de otros problemas de seguridad ali- mentaria como las dioxinas, los efluentes tóxicos, la fiebre aftosa, etcétera, en los Estados miembros de la Unión Europea ha conformado el mito de que una agri- cultura ecológica debe ser capaz de asegurar o garantizar el cumplimiento de unas normas más exigentes en materia de protección de los consumidores. Si bien, esto es cierto hasta una determinada medida; lo que tampoco se puede negar es que el hecho de la existencia de una forma ecológica de producción de alimentos, aunque esté amparada legalmente, al máximo nivel, por Reglamentos del Consejo de la Unión Europea, cuyos países miembros han considerado convenientes, y han pues- to los medios legales necesarios para aplicarlos a nivel nacional; no puede garantizar que en el proceso que se sigue en toda la cadena alimenticia, desde el campo hasta los supermercados o las tiendas de las pequeñas poblaciones, no se produzca una intoxicación que implique riesgo para la salud humana. Hay que tener en cuenta que es un proceso muy largo, en el que intervienen muchas personas, con normas diferentes y en el cual pueden producirse alteraciones sin que en los pasos siguien- tes del proceso se adviertan las perturbaciones producidas. No obstante, como de- cíamos, sí que en cierta medida es verdad que la introducción de la agricultura y la ganadería ecológicas, a lo que ha colaborado, indudablemente, el Programa de Medidas Agroambientales, ha supuesto una mayor seguridad para los consumido- res, en cuanto a la calidad de los alimentos que se consumen diariamente, y a que en la elaboración y producción de éstos no se ha deteriorado el Medio Ambiente, ni se han empleado sustancias que puedan redundar en perjuicio de la salud de las personas. En todo caso, siempre pueden existir excepciones, como el ejemplo que se ha referido anteriormente, pero son casos aislados, y que encuentran explicación, no en el propio método de producción, como se pone de manifiesto por los sectores críticos, sino en las incoherencias de un sistema de aplicación que debe ir puliéndo- se, precisamente, a medida que se detectan casos semejantes.
La presencia del mito de la agricultura ecológica como garante de la seguridad de los consumidores es, sin duda, el resultado de los esfuerzos de comunicación desplegados, en estos últimos años, por el sector de la producción biológica. A pesar de que la determinación de su evolución futura en el mercado con respecto a los frutos del labradío convencional, dependa de los consumidores y de los pro- ductores, como consecuencia de sus gustos, preferencias, actitudes y aptitudes, es importante señalar, desde este momento, el hecho de que la opinión pública está alertada sobre la garantía que ofrecen los modos de obtención ecológicos en términos de protección de los clientes. Además, se suma el factor de que la eva- luación de la calidad o de la seguridad de la agricultura tradicional ha quedado en entredicho, después de que hayan aparecido, uno tras otro, varios episodios en que sus formas de producción se han descubierto como irrespetuosas, no sólo con el Medio Ambiente o la salud humana, sino con la propia ética.
IV. CONCLUSIONES
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