Page 888 - El Programa de Medidas Agroambientales en la provincia de Huelva
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EL PROGRAMA DE MEDIDAS AGROAMBIENTALES EN LA PROVINCIA DE HUELVA
 establecimientos tienen un futuro muy alentador. En Bruselas, acaba de inaugurarse una gran superficie comercial que vende, en exclusiva, productos biológicamente certificados. Además, una empresa italiana ha abierto, recientemente, en París el primero de una serie de restaurantes que elaboran una cocina mediterránea con ingredientes cultivados ecológicamente. En estos restaurantes, de los que próxima- mente se abrirán sucursales en Suiza, Gran Bretaña o Alemania, venden todo tipo de artículos cosechados por la agricultura y ganadería ecológicas.
Es imprescindible, asimismo, que los mensajes que se lanzan desde las administra- ciones, intentando promocionar las producciones de calidad sean nítidos y no con- duzcan a la confusión de los compradores. Es necesario dejar claro cuáles son los productos verdaderamente ecológicos y no permitir malos entendidos, tolerando e, incluso, dando cobertura legal a otros productos no ecológicos a los que se propor- cionan denominaciones confusas para el consumidor, como los llamados productos “bio”. Tampoco se pueden permitir actitudes contradictorias como la que se da en la Comunidad Autónoma de Andalucía con la marca Parque Natural, que se pro- mociona desde ciertas instancias de la administración y desde los responsables de Medio Ambiente se ponen demasiadas dificultades para llevar a cabo la producción de artículos ecológicos, dentro de los límites de los Parques, impidiendo, en defini- tiva, la utilización de la distinción en los canales de distribución.
En este contexto, los agricultores se han encontrado con oportunidades nuevas para complementar sus rentas, como las que ofrecen las medidas complementa- rias de la Política Agrícola Común, pero éstas han supuesto, al mismo tiempo, cambios importantes en la manera de gestionar sus explotaciones, lo que ha pro- vocado, entre los posibles beneficiarios de las ayudas, sentimientos contradic- torios, por las nuevas oportunidades planteadas, y la desconfianza y temor ante la necesidad de abordar cambios en su forma tradicional de producir. La mayor exigencia de competitividad a la que se ve sometida la actividad agraria, en ge- neral, y, particularmente, la agricultura ecológica hace que el papel de los actores institucionales sea decisivo en la actitud de los agricultores, porque con su forma de actuar, aquéllos estimulan o desalientan la confianza de éstos en mejorar la productividad de sus explotaciones. Durante la ejecución del Programa, en de- masiadas ocasiones, se ha observado que la acción de los órganos gestores de las ayudas era imprevisible. Al principio, por sus dudas en la eficacia de las medidas y, posteriormente, por las indecisiones en la normativa, la falta de experiencia en la gestión consensuada con los beneficiarios y, sobre todo, por la escasez de recursos financieros destinados al mismo. Quizás, esto último sea consecuencia de pensar que los problemas de la agricultura española son otros, como los relacionados con la erosión, los incendios, la despoblación rural con el consiguiente abandono de muchas explotaciones, y algunos más que no se contemplan en el Reglamen-
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