Page 24 - Régimen Jurídico de las Infraestructuras Ferroviarias
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                RÉGIMEN JURÍDICO DE LAS INFRAESTRUCTURAS FERROVIARIAS
 nueva edición en breve). El libro de Bermejo apareció en 175, y era un estu- dio excelente de los problemas jurídicos que preocupaban en aquel momento, que no eran pocos ni livianos. Pero el tiempo no se detiene y treinta años no transcurren en vano. Si se piensa en abordar hoy la materia ferroviaria desde las infraestructuras, son muchos los nuevos datos jurídicos relevantes con que hay que contar, que plantean retos de gran entidad y que van a requerir por eso suma atención. Algo se acaba de decir, pero aún habrá que añadir más. Dentro de la gran explosión normativa que vino a representar la Constitución de 178 hay que resaltar muy especialmente la nueva fórmula de organización territorial que se ha introducido, que va a afectar de manera señalada a lo que genéricamente se denomina “ordenación del territorio”, que se presenta plan- teando enormes dificultades técnicas. No va a ser tarea fácil, por más que resulte necesaria, la de concertar las funciones y compromisos de los organismos de los Poderes Centrales con los de las Comunidades Autónomas, sin olvidar que hay un nuevo invitado importante al banquete, como son los Ayuntamientos, con cuya presencia hay que contar sin falta, a la vista especialmente de ciertas interpretaciones que se han dado de la “autonomía municipal”.
Pero si en el ámbito interno hay novedades estructurales sobresalientes, bien sabemos, así mismo, las importantes novedades que marcan la nueva realidad internacional de España. Por sintetizar, aludiría a lo que me gusta denominar como fenómeno de “interconexión de ordenamientos jurídicos”: y es que a to- dos consta de qué manera, en el ámbito de la economía en general, y de los transportes en concreto, el Derecho de la Unión Europea predetermina todo el sistema jurídico español. Sabido es el afán de la Unión de intentar favorecer la prestación de servicios, garantizando más oferta y mejores precios sin men- gua de la calidad, intentando abrir sectores a la competencia. Aspiración difícil, compleja, que no se puede improvisar, que tampoco debería llevarse más lejos de lo necesario y exigido –pues el sistema de transportes sigue siendo algo muy importante, donde, como decía, la seguridad es elemento decisivo, y hay que tener muy presente siempre si la generalidad de la población va a resultar sufi- cientemente atendida– pero que plantea numerosos problemas de adaptación. Si hace años había que partir de la visión conjunta de la red, con las exigencias de agregación derivadas de la nacionalización, hoy en cambio, en sectores muy cualificados, se va a imponer lo contrario: habrá que preparar las infraestructu- ras para llamar a la diversidad, pues se vive un periodo de “desnacionalización”, o apertura de los servicios a las diferentes fuerzas del sector económico. Con lo que hay que abocar a un nuevo reparto de papeles entre el sector público y el privado. Eso es lo que representará, por ejemplo, la operación de separar la gestión de las infraestructuras de la gestión de los servicios de transportes,
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