Página 258 - Buen Gobierno y Gobierno Corporativo_Actas

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LUISA WIC GALVÁN
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Sin embargo, este gran cambio no está exento de obstáculos. Desde la multiplici-
dad de guías, códigos de conducta, certificados,
ratings
, o verificadores, hasta el
dificultoso encuadre de las exigencias proporcionadas a la prestación en el aspecto
contractual a que vayamos a referirla.
Tratándose el aprovechamiento energético una de las actividades antropogénicas de
mayor impacto medioambiental, este trabajo pretende arrojar luz sobre los mecanis-
mos con que cuenta la Administración Pública contratante en sentido amplio en la
exigencia de una actuación sostenible energéticamente. La eco-etiqueta, los certifi-
cados de eficiencia energética, las medidas de eficiencia energética, la auditoría ener-
gética, y el autoconsumo, son alguno de los aspectos que pueden ser incorporados al
proceso de licitación.
De esta forma, la incorporación de la responsabilidad social corporativa en la con-
tratación pública sirve al interés general desde un concepto global en que la buena
gobernanza preside el contexto en que interactúan los distintos
stakeholders
, supe-
rando la barrera meramente reputacional de una responsabilidad social corporativa
de marketing, erigiéndola sino en requisito, en plus de valoración, como acicate para
este nuevo paradigma en la gestión empresarial.
I. INTRODUCCIÓN: CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
El gran reto actual que supone el grave riesgo de la supervivencia de la vida, tal y
como la conocemos en el planeta hoy, exige un cambio de paradigma global que
implique a todos los actores en las sociedades modernas. La sostenibilidad con su
carácter trasversal se erige así como elemento necesario que aporta competitividad.
No obstante, en un escenario de escasez en el que las crisis cíclicas y, a su vez, el
dinamismo y complejidad de las nuevas tecnologías, se suceden a una velocidad
vertiginosa casi inasumible, los actores se ven abocados a una huida hacia adelante.
De esta forma, la inercia de la maximización del beneficio y la avidez del consumi-
dor, generan un sistema perverso en el que no existe realmente la consecución de un
bienestar real, sino un daño irremediable, por el uso incontrolado de recursos y la
destrucción de nuestro sistema cultural
1
tradicional. Elemento común y, si no gene-
rador, sí contribuyente a esta deleznable realidad es la ceguera moral. Punto común
en que convergen la empresa que, aún a pesar de las infracondiciones laborales de su
personal deslocaliza la producción, o el consumidor que, aún a sabiendas del proceso
productivo, opta por ello, retroalimentando el sistema.
1
 En este sentido, Baudrillard, J. (1970).
La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras.
Paris: Éditions
Denoël.