Página 326 - Buen Gobierno y Gobierno Corporativo_Actas

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LUIS GARCÍA DEL RÍO
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Quiero manifestar con carácter previo, y ante cualquier posible lectura fundamenta-
lista de mis palabras, algunas consideraciones que creo son esenciales y que, en el
marco de una cierta situación de serenidad en la sociedad, constituirían aclaraciones
innecesarias. En tal sentido quiero reiterar lo siguiente:
A.
Que los principales culpables de la situación vivida son quienes cometen los ac-
tos ilícitos.
B.
Que reclamar rigor en la persecución de los mismos, no supone ni tiene nada que
ver con demandar impunidad.
C.
Que evidentemente es más positivo que los hechos afloren y que se juzguen, an-
tes que la situación contraria.
Ahora bien, con la misma claridad con la que afirmo lo anterior, también debo se-
ñalar que:
A.
Un Estado de Derecho exige el respeto de determinadas garantías procesales.
B.
El fin en Derecho no justifica ni todos ni cualquier medio.
C.
La divulgación de los supuestos de corrupción con ser necesaria ante la sociedad,
ni puede ni debe gestionarse tal y como se está llevando a cabo hasta este mo-
mento.
Me explico. La filtración del secreto de las investigaciones criminales en materia de
corrupción es un gravísimo problema con el que nos hemos acostumbrado a convivir
y que no se puede tolerar.
Podría explicársenos ante qué clase de paradoja nos sitúa el hecho de que unos testi-
gos no puedan conocer lo que declaran otros en sede judicial, cuando basta acceder
a un medio de comunicación minutos después de la declaración, para obtener la
información de lo que en ella se ha manifestado.
La fase de instrucción es, por definición inquisitiva, en ella se investiga, y ese prin-
cipio de investigación prevalece, con todas las matizaciones propias del Estado de
Derecho y de nuestras garantías procesales, frente a la
igualdad de armas
que se
pone de manifiesto en la fase de juicio oral.
En nuestro país se filtran diligencias en fase de instrucción, se filtran informes de
las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, se filtran declaraciones y opiniones
de todo tipo. Hay letrados que por la mañana están personados en una causa penal y
después de comer comparecen en una tertulia televisiva a dar cuenta de lo actuado
en las diligencias sumariales secretas de esa mañana y hay instructores que anuncian
sus resoluciones por medio de improvisadas ruedas de prensa en la puerta de los
juzgados. Todo ello permite, en no pocas ocasiones, difundir versiones interesadas,