CAPÍTULO IX. LA ACTIVIDAD DE TURISMO ACTIVO
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a)
La política de infraestructuras de los últimos años, al menos en Andalucía, ha consegui-
do unir y cohesionar numerosos pueblos, eliminando progresivamente la dificultad de
acceso. Sería presuntuoso afirmar que esta política de obras públicas ha sido el fruto
o responde a la idea de favorecer el turismo rural y el acceso al medio natural, pues no
es así, al menos en su totalidad, pero es innegable que el auge del desarrollo rural en
los últimos años ha propiciado parte de la inversión y a la vez la inversión ha impulsado
el desarrollo rural, produciéndose un fenómeno de retroalimentación.
b)
El turista que busca el ocio en la naturaleza no ve en la dificultad de acceso un
handicap
lo suficientemente significativo para impedir decantarse por una opción u otra, aunque
es cierto que ante una idéntica oferta optará por la que más facilidades y ventajas le
ofrezca.
c)
Pese a que el turismo en la naturaleza es un yacimiento de empleo y, por tanto, puede
ser susceptible de una excesiva mercantilización, la realidad es que es un sector que
por su propia idiosincrasia se encuentra limitado, pues difícilmente se podrá entender
o calificar de turismo de masas.
Por otra parte, el riesgo que es denunciado con más frecuencia es el medioambiental,
pues la práctica masiva o sin control de determinadas actividades pueden generar daños
significativos al medio ambiente que, como bien ha resumido Porras Lima, pueden ser:
compactación y erosión del suelo, efectos negativos sobre la fauna y la flora, progresiva
polución ambiental, contaminación visual, desequilibrios demográficos, daños a la morfo-
logía del terreno, contaminación de las aguas o riesgo de incendios
25
.
En este sentido, el
Manual de Ecotrans para la Mejora de la Calidad Ambiental en la Naturaleza
clasifica las actividades en virtud de su potencial impacto ambiental en tres niveles:
a)
Alto:
acampada libre, caza, caza fotográfica,
golf
, todoterreno, safari, trial, visitas a cuevas,
paracaidismo, vuelo con motor, descenso de barrancos,
b)
Medio: alpinismo, bicicleta
de montaña, escalada, espeleología, montañismo, pesca, senderismo, turismo ecuestre,
parapente, ala delta, vuelo sin motor, descenso de aguas bravas, hidrobob, hidrospeed,
ra-
ftting
y
c)
Bajo: cicloturismo, puenting, termalismo, turismo cultural, turismo educativo, ae-
romodelismo, globo, piragüismo, remo,
windsurf
, vela…
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. Sin embargo, como podemos
observar, el
Manual
se refiere a la potencial peligrosidad y lo hace en términos abstractos
u objetivos, pues el daño ambiental puede quedar condicionado a circunstancias muy
variables como son el número de personas, el grado de concienciación de las mismas, el
periodo del año –esta no es una cuestión baladí, pues en determinados periodos del año el
tránsito de personas puede afectar a la fauna (época de reproducción) y la flora (en verano
por el riesgo de incendio o en el momento de floración) de una forma significativa– o el
espacio natural donde se realice la práctica. Por tanto, es difícil y complejo proceder a
25
F. Porras Lima, «Las actividades de turismo activo en Andalucía: una modalidad de turismo deportivo en
constante desarrollo», ob. cit. p. 192.
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http://www.ecotrans.org/