Page 29 - La Participación de la Ciudadanía Andaluza en la Elaboración de las Leyes
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eran imprevisibles por la complejidad extrema de la red dinámica que es la sociedad. Junto a la conformidad mantenida por una serie de instituciones políticas, jurídicas, económicas, etc. se produce su mantenimiento, también, gracias al consenso social, no exento en los sistemas democráticos de cierto grado de coerción que será máximo en los dictatoriales. El cemento que cohesiona todo este conglomerado es el proceso de socialización que, de esta forma, se concibe como un instrumento o mecanismo que utiliza la sociedad para mantener su estabilidad.
En lo que aquí interesa conviene destacar que el determinante normativo por exce- lencia es el proceso de socialización política. El binomio identidad y normatividad constituye un eje central en las motivaciones o determinantes de la participación política. Y estos no son sino aquellas prescripciones adquiridas a través del proceso de socialización, interiorizadas por los individuos y susceptibles de orientar su con- ducta social. Con ello se alude a las concepciones sobre lo deseado socialmente y las formas de alcanzarlo, en definitiva, se hace mención al “deber ser” social que por supuesto actúa también en la esfera de la participación política. Octavio Salazar se- ñala como resulta llamativo que el barómetro del CIS de diciembre de 2005, y ante la pregunta de qué actitudes se perciben más importante para considerar a alguien buen ciudadano, el hecho de votar en las elecciones se sitúa en cuarto lugar, tras otras que
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se consideran prioritarias como “cumplir siempre las leyes y las normas”
.
El repliegue de los intereses individuales hacia el exclusivo ámbito de su privacidad hace que en las democracias contemporáneas los ciudadanos abandonen cada vez más a menudo su posición de sujetos de derechos, activamente ejercidos y reivindi- cados, sustituyéndola por la de súbditos que cumplen normas y disposiciones de los órganos de poder político.
Almond y Verba definieron la cultura política como la “particular distribución de
las pautas de orientación hacia objetos políticos entre los miembros de una nación”.
Definieron tres tipos de cultura política: a) parroquial en la que apenas existen orien-
taciones políticas; b) de súbdito cuando la frecuencia de orientaciones hacía el siste-
ma político y sus productos es alta pero, en cambio, apenas se es consciente de las
instituciones que canalizan las demandas sociales y de la propia eficacia personal. El
súbdito mantiene una relación pasiva en cuanto receptor de las acciones del sistema;
y c) participante en la que los miembros de la sociedad tienden a estar explícitamen- 20
te orientados hacía el sistema, sus estructuras y procesos políticos . Los tres que
2. CIUDADANÍA, NORMA Y PARTICIPACIÓN
  19 SALAZAR BENÍTEZ, Octavio: La ciudadanía perpleja, Editorial Laberinto, Madrid 2006, p. 15.
20 ALMOND, Gabriel A. y VERBA, Sidney: The Civic Culture, Princeton University Press, Princeton, 1963.
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