Page 259 - El Programa de Medidas Agroambientales en la provincia de Huelva
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la extracción de árboles en los bosques costeros peninsulares, de ahí que
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fueran las áreas más afectadas por la erosión desde antaño”
.
Y en otras, más recientes, como las dos guerras mundiales, el cierre del mercado exterior, con la consecuente demanda al interior; las sucesivas desamortizaciones, que en los siglos XVIII y XIX, liquidaron buena parte del patrimonio nacional o colectivo forestal, traspasándolo a propietarios particulares deseosos de materiali- zar ganancias a costa del capital ecológico en ellos acumulado.
“Se procedió a la expropiación, por fases, de las fincas rústicas propiedad de la Iglesia Católica (incluidos los bienes raíces de las instituciones reli- giosas), las fincas propiedad de los ayuntamientos y las del propio Estado, de forma que –sólo entre 1795 y 1895– se apearon, una vez expropiados,
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los árboles que poblaban varios millones de hectáreas de bosques”
.
Las roturaciones, que en los bosques, en épocas de hambruna o escasez, o bien, con motivo del auge de algún cultivo determinado, tantas veces han roto la fron- tera racional entre lo agrícola y lo forestal; en fin, el exceso de pastoreo de los ga- nados o el carboneo abusivo en cualquier época y lugar son, todas ellas, razones, que combinadas, explican el deterioro forestal y; que si no en primer término, sí en numerosas coyunturas han favorecido la expansión de las superficies agrícolas y ganaderas.
El ejercicio del poder y la propiedad de la tierra han sido históricamente las dos caras de una misma moneda. Estas realidades sociales han establecido lazos indi- solubles y ensangrentados por numerosos conflictos entre individuos y pueblos. La propiedad pública (ya sea comunal, vecinal o nacional) de los montes ha sido una componente histórica que se mantiene en distintos grados de firmeza y soli- dez, hasta nuestros días. En la España visigótica se atendía al concepto germánico de propiedad comunal de los bosques y otros recursos naturales; más tarde, du- rante el siglo XII se fueron introduciendo criterios privatistas propios del Dere- cho Romano, permitiendo propiedades particulares y, tendiendo a hacer, las que
225 Ibidem.
Igualmente en épocas anteriores, los bosques españoles permitieron la construcción de la flota de nuestros
colonizadores:
“Las colonizaciones fueron propiciadas por las grandes riquezas de la antigua Iberia en árboles (materia básica para la construcción de barcos), esquilmados ya en las metrópolis. [...] Así, los primeros historiadores musulmanes, como Ibn Hafaga, escribieron que ‘las montañas alrededor de Tortosa producen pinos con madera de calidad, tamaño y grosor sin par en el mundo para la construcción de barcos’, y los bosques españoles fueron el origen de la flota musulmana (verdaderos bosques flotantes) que dominó el Mediterráneo”.
Ibidem.
226 LARREA EREÑO, S.: Op. Cit. Pág. 26.
II. MARCO TEÓRICO
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