Page 283 - El Programa de Medidas Agroambientales en la provincia de Huelva
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en taninos; y, por supuesto, hay que evitar la presencia de plaguicidas y demás residuos que hayan sido tratados con otros productos tóxicos. El compost, como hemos dicho puede derivarse de restos agrícolas, pero también existe el elabora- do a base de residuos sólidos urbanos, que si no están recogidos selectivamente, suelen tener una baja calidad y ser de olor desagradable con un contenido alto en metales pesados. Sin embargo, si la recogida ha sido selectiva, este material orgá- nico mezclado con paja, cal o estiércol puede tener una aceptable calidad, y no contiene elementos tóxicos ni patógenos perjudiciales para la salud.
En este mismo grupo es posible la utilización de abonos minerales, siempre que en su preparación sólo se hayan empleado tratamientos físicos, como la tritura- ción, la calcinación o el secado. El Nitrato de Chile aporta el nitrato; el fósforo se suministra en forma de fosfatos naturales molidos, escorias de desfosforación de los altos hornos y polvo de huesos; el potasio, como sulfato doble de potasio y magnesio, rocas, etcétera. Para el añadido silícico se emplean polvos de roca como el granito, el basalto o la dolomita, que además contribuyen con otros minerales (potasio, magnesio) y demás oligoelementos. El calcio se obtiene mediante calizas trituradas, creta, marga, dolomita y ciertas algas calcificadas.
Por último, el tercer grupo lo forman los abonos verdes y el acolchado. El primero es una práctica que se realiza enterrando un cultivo, bien de una sola especie o de varias, en un estado determinado de su desarrollo para aportar al suelo materia orgánica y darle fertilidad. El mejor estado es en la floración, momento en el que alcanza mayor volumen vegetal y sus raíces están más crecidas. Esta práctica es muy importante y conjuntamente con un buen sistema de laboreo, rotaciones y asociaciones de plantas, proporciona un elevado nivel de humus.
“Los suelos carentes de unos niveles adecuados de humus, no disponen de estructura ni capacidad de intercambio suficiente, como para retener los nutrientes solubles que se aportan con el abonado. Nuestro objetivo ha de ser, por tanto, mantener la cantidad de humus necesaria para el suelo, según las condiciones climáticas concretas de cada lugar. La presencia de este humus, redundará en que la estructura del suelo sea la adecuada para el desarrollo de los organismos del suelo, cuya actividad, será fundamental
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para la nutrición de las plantas”
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II. MARCO TEÓRICO
  267 UNIÓN DE PEQUEÑOS AGRICULTORES Y GANADEROS DE ANDALUCÍA: Prácticas Agrarias Respetuosas con el Medio Ambiente.
Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Andalucía. Sevilla. 1997. Pág. 20.
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