Page 906 - El Programa de Medidas Agroambientales en la provincia de Huelva
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EL PROGRAMA DE MEDIDAS AGROAMBIENTALES EN LA PROVINCIA DE HUELVA
de sus explotaciones se encontraba por encima de su capacidad para la prestación de sus servicios. La práctica ecológica confiere una calidad añadida a los artículos alimentarios y la etiqueta que acredita su certificación avala el empleo de estos métodos ante los consumidores.
Esta forma de actuación no sólo está influyendo sobre el comportamiento de los clientes, sino que también está propiciando un cambio de mentalidad en los pro- pios labradores. Esta nueva concienciación está impulsando, a su vez, la introduc- ción del concepto de calidad a lo largo de toda la cadena de elaboración y trans- formación. Esto contribuye, sin duda, a mejorar las condiciones productivas de nuestros campos, desencadenando un proceso de preparación de las instalaciones y de modernización de las técnicas agronómicas, al entrar los agricultores en una competencia mutua, ya que ven el resultado positivo que sobre la rentabilidad de sus granjas tienen los incrementos de calidad. De esta manera, se genera una di- namización en el ámbito de las comarcas afectadas que ejerce su influencia sobre
221 todos los sectores económicos .
Las etimologías de la expresión agricultura ecológica nos dan idea sobre la actitud honorable de los agricultores que la practican. Culto es la acción de practicar algo, derivado del latín colere, cultivar, practicar, honrar. Por tanto, el agricultor es el que cultiva la tierra. Por su parte, el adjetivo le confiere su especial predisposición a conservar la naturaleza de la forma más parecida a su estado original. La agri-
221 Un ejemplo lo constituyen las ayudas de la Unión Europea al olivar andaluz, lo que permite la continuidad de muchas explotaciones que radican en la Comunidad Autónoma.
“La edad de los agricultores suele ser bastante avanzada. Una característica común de la amplia zona de olivar es el paro estructural que la caracteriza, suponiendo en algunas áreas alrededor de la mitad de su población activa. Esta zona recibe por parte de la UE importantes ayudas económicas a través de la subvención a la producción olivarera. Esas ayudas han desempeñado un importante papel en la mejora productiva de la zona; han inducido un importante cambio de mentalidad entre los agricultores, contribuyendo a introducir el concepto de calidad a lo largo de toda la cadena de producción y transformación; las ayudas han desencadenado un interesante proceso entre las almazaras productoras por entrar en el segmento de venta de aceite de oliva virgen, y han dinamizado toda la economía de este territorio”.
CONSEJERÍA DE AGRICULTURA Y PESCA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA: Plan de Modernización de la Agricultura Andaluza. 2000-2006. Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía. Jaén. 2000. Págs. 62 y 63.
“La agricultura ecológica, –mejor dicho los agricultores ecológicos–, estarían demostrando el éxito de unas estrategias de adaptación que les permite, no sólo mantener el puesto de trabajo que antes peligraba, sino incluso aumentar la productividad y asegurar un futuro de mayor estabilidad y crecimiento económico.
Es necesario, por lo tanto, un enfoque holístico que se base en la explotación tecnológica de recursos locales que se adapten a las condiciones económicas, socioculturales y biofísicas de cada zona de nuestra Comunidad, es decir a cada etnoagroecosistema. La conservación de variantes de productos y sabores regionales, la utilización de semillas autóctonas adaptadas a las variables del ecosistema local, el estudio de las técnicas y prácticas de cultivo tradicionales, y el uso de recursos humanos y técnicos endógenos, son sólo algunos de los factores que pueden, bajo un modelo productivo adaptado a la estructura social local, preservar y fomentar la identidad de cada marco y articular el territorio rural andaluz sin alienar la cultura de cada pueblo”.
CAMPO TEJEDOR, A. del: Agricultores y Ganaderos Ecológicos en Andalucía. Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía. Sevilla. 2000. Págs. 39, 40 y 41.
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