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PARTE 1. REDES SOCIALES, GÉNERO Y VIOLENCIAS DE GÉNERO
de casos penosos donde se han compartido agresio-
nes a través de servicios de difusión en redes socia-
les, como una violación a través de facebook live sin
que hubiera denúncia de ninguna de las 40 personas
que lo vieron (La Vanguardia, 2017). Otras notícias
internacionales muestran como las agresiones com-
partidas en las redes se apremiaban con cientos de
favoritos y apoyo de otros hombres como ocurrió en
Brasil (Barrena, 2016) , Perú (Periodista digital, 2017)
o en Suecia (BBC, 2017). Más aún, la viralidad con la
que se ha propagado un contenido, la difusión en
diferentes canales y redes sociales compartida por
muchas personas, aunque pueda responder a una
acción para reclamar justicia, acaba aumentando la
victimización de la persona agredida, cuando en rea-
lidad compartir este tipo de vídeos puede y debe ser
penado.
La pornografía no consensuada, y más cuando impli-
ca este elevado grado de agresión, es un reflejo de la
cultura de la violación que aún persiste en nuestras
sociedades patriarcales. Las mujeres se convierten
en objetos, se las agrede y encima se las culpabiliza
de la agresión por simplemente estar ahí o estar de
esa manera, por ser mujeres. Los agresores, a menu-
do impunemente por las autoridades y el resto de la
sociedad, libremente cometen los hechos y los repro-
ducen y retransmiten en red. Y lo más grave de ello
es que lo hacen con el orgullo de saberse actuar de
acuerdo con la cultura dominante que sigue siendo
machista y patriarcal. Por eso muestran sus trofeos a
su manada de hombres, conocidos o desconocidos,
en forma de mujeres ensangrentadas, humilladas, in-
sultadas, agredidas, violadas. Y esos y otros hombres
lo apoyan, animan, comparten y viralizan de modo
que las víctimas siguen sufriendo casi eternamente
debido al mayor alcance geográfico y temporal cuan-
do se comparte on-line.
3.6 Control y agresión on-line a mujeres
vocales y a feministas
Otra de las grandes expresiones del patriarcado y
del control machista sobre las mujeres que merece
atención específica lo constituye el ataque directo
a las mujeres empoderadas y a las feministas, a los
feminismos y a sus logros. Nuevamente, los pocos
datos e investigaciones que existen nos alertan de
la gravedad de esta cuestión. Según la recopila-
ción de datos del proyecto Speech watch (Women’s
media center, s.f.), , 2/3 partes de las mujeres pe-
riodistas reportan experimentar amenazas, abuso
sexista, intimidación y acoso al realizar su trabajo.
Un 21% reportan que sus cuentas son vigiladas y un
20.3% que han sido crackeadas. Además, un 25% de
las amenazas que reciben estas mujeres periodistas
e, incluso, sus familiares, se realizan on-line. Un re-
ciente estudio de Gardiner et al. (2016) en The Guar-
dian que buscaba responder a la pregunta de si las
mujeres eran más atacadas en los comentarios que
los hombres lo confirma. De las 10 personas más