EL DERECHO SOBRE LA ORDENACIÓN TERRITORIAL Y URBANÍSTICA EN ANDALUCÍA
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territoriales y climáticos, sino que afectan a otros muchos aspectos del medio físico, hasta
el punto de hacer de la diversidad una característica fundamental de los recursos naturales
españoles. En efecto, la diversidad litológica, geomorfológica, de suelos y climas del
territorio español da lugar a una variedad de ambientes que ha venido albergando una
gama de especies, ecosistemas y paisajes muy superior a la existente en los países
europeos más septentrionales.
Existen razones ambientales de peso para gestionar el stock de suelo en régimen de
escasez, a fin de adaptar los usos a las vocaciones del territorio, a sus ecosistemas y
paisajes y para conservarlos e incluso mejorarlos. Como también existen esas razones
para gestionar en régimen de escasez la gran cantidad de edificaciones e infraestructuras
existente, con vistas a promover su uso eficiente. Para facilitar todo esto habría que
establecer, un protocolo de mínimos que siente las bases necesarias para reorientar
el planeamiento urbano y territorial en favor de la sostenibilidad y de la habitabilidad.
Para ello el Ministerio de Vivienda, elaboró en el año 2010, el llamado Libro Blanco de
la sostenibilidad en el planeamiento urbanístico español centrado en el urbanismo y la
ordenación del territorio, y cuyo planteamiento general es el de preparar una estrategia de
transición en favor de la sostenibilidad y la habitabilidad y un protocolo de mínimos.
El documento pone de relieve la vinculación que deben guardar el planeamiento urbanístico
y el principio de sostenibilidad. Los planes urbanísticos –origen y fuente del crecimiento
y ordenación de las ciudades–, deben permitir alcanzar ámbitos urbanos respetuosos
con los entornos naturales, modelos de crecimiento que busquen la excelencia en
la reducción del consumo energético y ciudades que promuevan la cohesión social, la
igualdad, la innovación y una mejor calidad de vida. En este sentido, hay que resaltar las
propuestas de actuación en favor de un urbanismo más sostenible, entre ellas: mejorar la
legislación urbanística y medio-ambiental y las relaciones entre la planificación territorial
y el planeamiento urbanístico, repensar la escala temporal y espacial de los planes con
una visión más amplia y ambiciosa y, por último, reforzar la necesaria información y
participación ciudadanas. A ello habría que añadir medidas tan concretas como que los
planeamientos urbanísticos cuenten además de con unos mínimos para los equipamientos,
dotaciones e incluso para las infraestructuras,
se cuente igualmente
con unos máximos de
obligado cumplimiento que garanticen una mayor sostenibilidad.
Otro ejemplo lo constituyen las zonas verdes que cuando se configuran con dimensiones
generosas pueden conferir a la ciudad un aspecto saludable y un reconocimiento
exterior importante pero podría resultar contrario a la sostenibilidad unos altos costos/
es de mantenimiento, el excesivo consumo de agua o su escaso uso. Probablemente
el problema, más que en la extensión de las zonas verdes, esté en su diseño y en los
objetivos a alcanzar. En el momento actual es necesario sustituir las ideas tradicionales
sobre zonas verdes que se entienden, en realidad, como zonas ajardinadas, por la de redes
de espacios libres intentando además minimizar los costes de mantenimiento. Además, el
sistema de espacios libres ha dejado de ser exclusivamente un problema de equipamiento,
para contribuir (además, y en algunos casos de forma prioritaria) a la reducción de la
huella del carbono producida por la ciudad.